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CHAYES
Enca1·celaron a la Teresa_ La torturaron los pesqui–
sas_ La justicia no tiene enrre nosotros más medios ele
quitarse las vendas
mitológ-ic.ascon que se la sigue repre–
sentando, que el martirio del supuesto criminal
y
de sus
cómplices.
La "máquina eléctrica'', funciona en altas horas de la
noche cuando los alaridos del atormentado no llaman la
atención.
Destrozada en el ''cepo", aniquilada por el paso de la
con-;ente por us fibras
ex~ itadísimas,
la Teresa afirmó
siempre que no sabía nada.
Tampoco encontraron los pesquisas a la Manuela por
mucho que la buscaron_ Las última noticias de ella fue–
ron las ele un longo que la vió bajando pensativa por la
orilla del
ton- ~nte.
de greñacla
y
sucia, con la vista claYada
en el suelo, cuyas rnenores desigualdades escudriñaba con
detención _
Pasaron ocho días sin que los sabuesos hallaran el
menor rastro ele los indio · . No hubo rincón qu-e no explora–
ran. Determinaron por último. cansados _de seguir pistas
falsas, recorrer de nuevo
~1
páramo en opuestas direcciones,
acompaña-dos por muchos policías
y
los peones de la ha–
cienda. Don Ernesto Zamora. hennano de Hugo
y
primo
de Raúl.
ofi·e~ ió
crecidas recompense a quienes dieran no–
ticia exacta del sitio d e nde estaban oculto los cadáveres
. y
may:..>res primas a los que capturaran a los criminales.
Don Ernesto en persona acompañó en la batida a uno
de los pesquisa:.
1
anoche ~er
reg-re awn a la haci-enda fatigados
y
con la manos vacía _ Los indios no aparecían, menos
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