FERC'\XC'\DO
'UAVES
p resteza increíble en su edad, el Gregorio dominó la pen–
diente.
y.
ya en la cima del repecho , apresuró el paso
y ·
cortó obli cuamente el cuadro ele quinua, que le sepa1raba de
la cabai'la.
Tocó la puerta ele carrizos forrados de tamo, y, escu–
chand o un r onquido, penetró.
-
; \ ·enancio !-llamó.
- Taita Greo-orio-re pondió el longo con el tono al-
terado.
--Ya e hora.
- Recién no más dormí.
-
\ ·amo
antes que el Juan Yaya.
. \llá mos ele es-
perar . ...
-Entonce
ca, vamós .
- LJc,·emos todo, para 1r por onde el Ramón , y des-
pertarle.
- Vamos.
Recogió
d
\ 'enancio
do
largo · enYoltorios. do cos–
tales: diú uno al Grega rio
y
el otro e echó a la espalda.
Greo-orio hizo co a igual.
-
:\puremos .
-
\ · amos por onde el Ramón.
- BreYe.
Cerró la puerta ele su choza el Venancio.
La ase–
g u¡·ó con un chilpe, y fue en pos del Gregorio que ya ca–
minaba
pm·
una yereda en dirección opuesta a la en que
\"Íno.
E.n la orilla del to rrente. a larga distancia de la casa
del \ 'enancio, se encontraba la choza del Ramón.