PLATA Y BROKCE
Gregario
pensó que no era prudente esperar la madru–
gada para realizar su plan.
Recordó de pronto la cita
dada al Juan
y
rebulló en u mente la idea imprecisa de que
el indio -
viejo
y
cobarde -
les delatara, malogrando su
intento.
Más sensato era precipitar los sucesos. Llegar antes
qne el Juan a la hacienda: no aguardarlo en el lugar pac–
tado. y. antes ele que el cómplice pusilámine
reYelase el
propósito ele los compa-ñeros. ejecutar
con
refinamiento
carnicero la Yenganza cuidadosamente meditada.
Era mejor esto.
Resuelto. se embozó en el poncho,
levantóse de la piedra en que estaba sentado. inspeccionó
el aposento: las dos indias parecían dormir profundamen–
te,
y
se lanzó por el sendero que conducía al cauce del to–
rrente. Mugía éste con ruidos agoreros.
Por un sitio conocido lo esguazó moj-ándose
hasta
media pierna.
En el altozano de la ma>rgen opuesta se
columbraba la choza del \-enancio, mi sérrima
y
gTis. pe–
gada a la piel mgosa ele la tierra cÓmo un parásito. Con