FER:\'Ai'\DO CHAVES
--Yaloharán .....
-Debiéramos hacerlo nosotros.
Obligarles a que
se sientan hombres a esos seres.
-Les haríamos un daño y nos causaríamos un mal
irreparable. Introduciríamos la inconformidad
.Y
el dolor
de saber en esas gentes tan avenidas con su existencia.
-El dolor es propio del hombre. Lo sublima. El
indio sólo siente incomodidad raras veces. Tristeza muy
pocas. Pero el dolor que nos aproxima a todo, el que
nos hace comprender, ese no conoce, ni sospecha siquiera.
-¿Quién labraría tus campos, c0mpasivo Raúl?
-Todos los que quisieran. Acaso el indio no más
debe trabajar en la tierra nuestra? ¿Por qué no trabaja–
ríamos nosotros? Cuando se comprenda que el trabajo
iguala, alzando a los ele abajo y
conten~endo
a los ele arriba,
el dolor físico de esta raza preterida llevará camino ele
monr.
-Raúl. ·hablas ele cosas sin importancia, en una for–
ma que no entiendo.
-Es que tú sientes tu tribulación únicamente. Esa
masa anérnica que no sabe del dolor ele pensar es feliz,
muy
muy feliz por eso mismo; pero al mismo tiempo,
desgraciada.
-:-Jo
somos nosotros los que vamos a remediarlo.
--.·\sí dicen todos. La hora ele la redención de esas
gentes no advendrá nunca porque nos hacen a los blancos
demasiado egoístas.
-¿Para qué pensar en componer lo que nosotros no
hemos dañado? ¿De quién es la cu!pa?
-Igual da. Sea de quien fuere. La injusticia exi-
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