![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0215.jpg)
PLATA Y BRONCE
moYÍa rebeldías y hacía pensar a muchas cabezas, de ni–
ños. pero cabezas al fin.
Y
el religioso no podía estar
tranquilo.
Peligraban las prebendas para después. Con su fa–
lange de beatas azuzaría a la poblada inconsciente, y quién
sabe en qué dificultades se encontraban Celina y también
su primo.
Conturbado. sintiendo que la sangre le ardía en las
venas y que el corazón quería reventa-r, dió orden a los
mayorales de que siguieran el trabajo.
-Si no vuelvo, alzarán
el
trabajo a ·las cinco-gritó.
Eran las tres ele la tarde.
Fue · a la hacienda. Desmontó de un brinco. Sacó
una linda carabina ele su aposento. La puso en bando–
lera y salió al camino real con estrépito ele puertas cru–
gientes. Se 1e vió en el primer recodo de la senda como
una nube de poh·o. Inmeclatamente desapareció.
Los indios sorprendidos, suspendieron de momento
su labor.
209