FlWNA:'\DO CHAVES
dre re balaba otra sombra hermética, eí Venancio.
-Longa sin vergüenza, ¿de
onde venís ?
Patrón
carajo,
¿
fo r zó? ¿Por qué no avi· aste
pes
qui
patrón molestaba
para lleYar a casa?
- Acaso yo quería venir a hacienda ... .· .
?.Ianuela ll o raba con vehemencia a veces; silenciosa–
mente otras.
- Ya ha de venir mayordomo.
\ -amos a cocma–
su urró el Grega ri o .
Anduvieron.
A
la luz de las brasas pudo ver la
m–
lia a su padre con la cara congestionada. horrible.
El
Yenancio estaba monstruoso.
Sobre la frente
e le agrupaban al viejo · iniestras
a rrugas. La boca retorcida parecia morder en el aire.
Las manos se engarabitaban como za rpa . Las uñas sucias,
negruzca. . se diría que habían crecido úbitamente.
Taita
Gregario lo ha vi to
t odo.
pen ó la longa
en el paroxi mo del terror.
- QuEdáte
no má - aquí. Obedecerás a patrón.
Pronunci ó las frase
con una punzante ironía, desti–
lando en ell as un zumo de aña que no pasó ele apercibido
para ?vianuela.
E n las bra as encendió un cigarrillo.
~ u
1·ebotó en los ojos con un brillo fosforecido.
luz exigua
El mismo
fulgor escaso y a esino que vió la Manuela tra
los vidrios
del ga binete.
Tembló como
i le acometiera el paludismo. El pa–
dre vengativo había contemplado la escena faunesca.
Su
de quite se ría espanto ·o.
E l Gregario dió unas chupadas a la tagarnina asque–
¡·osa y
alió de la cocina rígido, impávido, callado.
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