FETIXAXDO 'RAYES
Sus pupilas de noche taladraban el alma desaprensi–
va ele su dueño, marcando en ella una estela ele desaso–
siego inexplicable y creciente.
Domaba el pelo rebelde ahuecando las manos, besa–
ba la boca cerrada, oprimía entre sus brazos el pecho ya
tranquilo ..... La india le miraba en silencio.
Y absorta, sin decir una palabra, comenzó a recibir
en las manos amoratadas y llenas ele rasguños, una llu–
v-ia dolida que le caía de los ojos fijos siempre en el pa–
trón.
Raúl.
beodo todavía, se enderezó.
Trabó del brazo a la Manuela. La condujo hasta
la puerta y le dijo:
-Lleva el charol con las copas.
*
*
*
En la sala. Rugo, alcoholizado por completo, se re–
volcaba grotescamente atrayendo hacia si, en sueños, el
cuerpo de Celina.
Entró la maestrita.
y atrevido. Silabeando
promesas ilimitadas.
Se acercó Rugo a ella cínico
las frases, recalcó en sus oídos
Celina indignada devolvió los salivazos con un ges–
to de asco.
J
untósele el señor Zamora, desvergonzado y
pálido y trató de abrazarla.
La muchacha cnizó la cara del primo con su mani–
ta nerviosa y frágil que vibró en el aire y cayó con rui–
do seco en la mejilla lívida.
Valerosa, más alta, la maestrita condensó su despre–
cio en una sola palabra :