FI;;H~A);DO
CHAVES
La voz del apocamiento se agitó en sus fibras con
estridores ele mando. Avanzó como sonámbula portando
el licor, biombo cristalino de los vicios funestos.
Delante del amo se inmovilizó recta, altanera, con
los ojos semicerrados, canéfora de bronce.
La Rita borracha contorsionaba su mole rechoncha
en imaginarias voluptuosidades sobre un sofá.
Matilde retenía a Hngo que hastiado quería ir hacia
la puerta en busca de Celina prófuga.
-\en-mandó Raúl a la longa inmutable, estupefac–
ta en medio del salón .
La india acortó la distancia. "Cn temblor intermi–
tente estremecía las alas de su nariz ligeramente corva.
Las pestañas azulosas velaban el misterio de los ojos
deslumbrados. Apretados
y
firmes. los labios rehuían el
miedo.
A dos pasos de Raúl, la india extática parecía no mt–
rarle. sumergida en una Yisión interna. El blanco va–
cilante llegóse a ella. Tou1ó dos copas.
-Deja el charol en esa mesa-iHdicó. Ven, Manue·-
la.
Y al ver que la Ionga no se movía, fue en su busca
dibujando arabescos ridículos en el piso.
Babeante, trémulo, la
respira~ión
.
~·ota,.
perdida la
vista en lejanías de concup.iscencia. Raúl estaba horrible.
Quiso coger a la longa del mentón. .Un movimien–
to repentino del busto elástico burló la mano torpe. Se
acercó más. La india retrocedía atemorizada, dudosa.
Persiguióla. Por una puerta de comunicación pasa–
ron a un gabinetito resen·ado
y
discreto.
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