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PLATA Y BRONCE
Los patrones asistían a la escena bárbara. Raúl qui–
o interrumpirla. Hugc; le impidió.
-Que se peguen eso" brutos. Sólo así
~e
vuelven
hombres.
Crecía la bronca. .\sordaban las voces, los g-ritos,
la interjecciones, las amenazas, reYueltas, mezcladas ....
Los dos campeones tornaron a embestirse furio sos.
Intervinieron ya los parientes. Las mujeres de los que
e tundían saltaron a la arena y se abrazaban a sus maridos
estorbando sus moYimientos. Los héroes se deshacían de
esos incómodos abrazos con dos o tres mazazos certeros
y
la hembras rodaban por el suelo con las mejillas cárdenas.
\ ' oldan al pacificador empeño
y
entosces se trababa una
lucha confusa ele la que todos resultaban con un chichón
de más.
Cn campo ele .\gramante feroz y empequeñecido.
La peor parte sacaban las mujeres cuyos
guangos
ser–
peaban en las manos rudas de los varones. Vacilaban los
cuerpos felinos formando un remolino humano.
Los anacos azules se enredaban con las camisas blan–
ca . las fachalinas listadas se confundían con los rebozos
rubí, azul claro, rosa, morados y los ponchos de sangre con
fajas polícromas.
El espectáculo era de rústica
y
terrorífica belleza.
A una señal ele Raúl. dos sirvie¡;tes mediaron para se–
parar a los aciYersarios. Repartieron trallazos en la carne
trémula
y
enardecida. Los eternos esclavos se alejaron
poco a poco. Sólo las bocas femeninas rechazaron la paz•
insultando a Jos
cholos.
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