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Engaño inútil que los restos de culturas después descubiertos
como .piezas de convicción, han condenado para siempre. Las crónicas
anteriores a Garcilaso o las que se escrfüieron .después no
dej:a.ronde
contradecir sin saberlo o a sabiendas, su obra furiosamente incófila.
Pero habfan de ser '"cosas" que nevaran
1a
ver.dad' en su ipropia exis–
t encia, las que dieran el fallo irrebatible.
Hoy queda fuera d.e duda que esas naciones tan calumniadas
por Garcilaso, poseyeron ingénitas aptitudes para la arquitectura
y las industrias de tejidos y cerámica. Se conocen sus méritos, desde
unos ochenta años, ó recientemente, gracias a excavaciones de ar.queó–
log.os, a notas de viajeros y naturalistas y al estudio incesante de la
filQlogía. Son en la sierra,
ia
lo largo del ca:llejón de
Huaifa.lS,la
cultura Recuay, notable por su alfarería polícroma, y la de Chavín
vecina de eUa, rica ·en monumentos de piedra labrada, ambas reputa–
dans las más arcaicas.
En
la cosfa, el Chimú,
ra~a
guerrera y artis–
ta, de un realismo asombroso, cuyos palacios, templos,, aciueduc–
tos
y
cerámio denuncian un civiliz>aci6n. :avanzada. Desde Lam–
bayeque hasta Ancón e ·han encontrado Oibjetos de oro y de plata
finamente cincelados.
La
alfarería 'de los Mochicas, especialmente
aidmir.a1ble en Truji1lo, ha
d~jado
vasos
y
huacos ·de una estilización
simbólica cuyo di amtsmo sor..prende.
En
su_ vec'ndad subsisten los
restos del 1gran templo de Chanchán producto .de una raza construc–
ti'va.
La
cerámica de Nazca aparece en el hermoso valle del mismo
nombre, rsuperando en viviacida<l de esmalte y en riqueza de idea–
ciones mitológicos a las demás. Sus tejidos
y
bord·ados, como los
de Ancón, lea y Pisco, pueden llegar a compararse en sus mejores
ejempJ.ares, con los primitivos d·e Persia. Y dejamos a un lado, por
no entrar en detalles, los trabajos de pluma, de madera, de pi·edra,
el talilado de turquesas, las armas, fas· pequeñas esculituras simbó–
licas de metal, lais
máscara~
y joyas de oro
y
otras manifestaciones
aisladas encontradas profu.s·amente en las sepulturas. Sin embar–
go, las costumibres, tradiciones, creenci·as, artes y lengu:as de estas
socied·ades no interesaro.n a los cronistas del
si'g~o
XVI, y sólo
Balboa, en su "Miscelanea Austral" hizo referencia a una leyenda
antigua, según
'la
cual Lambayeque hubiese sido fundada por indíge–
nais bajrados ·en balsas de las Esmeraldas. Por ·el año
1607
apareció la
obra de Francisco
A
vila sobre los ·Chinchas,
y
en
1621
el conocido in-