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los bailes con máscaras y pi.eles de puma o plumajes de cóndor, el uso
del quipo, el ídolo de tres ca1bezas, las deformaciones craneana·s volun–
tariias, la trepanación, etc, eran modalidades exclusivas de los in–
cas o proced·íian de ellos, si se descubrían en naciones veci.nas. Apa–
recieron después las mj.smas entre numerosas famiil:ias indígenas
del Ecuador, de Cofom'bi,a
y
de V•enezuela, repartidas erutre
lo~
Chibchas, los Achaguas, Hunxas, ·Pijaos, Caribes, Muiscas, etc. que
fos lnca·s no ·dominaron, y aún se advirtieron algunas entre los indios
de Centro América
y
los Mayas de Méjico. En cuanto al noroeste ar–
gentino, o sea el Tucumán, van confirmando los hallazgos arqueoló–
gicos 'hace unos cuarenta años, la existencia de una <:ultura autóctona:
'~los
diaguitas", aparentemente influenciada por Tiahuanaeo
y
Recuay
siglos antes de
ser.lopor los incas.
Hasta aquí, en concreto, el error inicial de ha1ber creído incaicas
las .expresiones socioiógkas y artísticas
percibid.asen el continente.
Tan pronto como se practicaron las iprimer:as excavaciones, quedó
patentizada la existencia de culturas múlitiples. Pero,
en
el
Perú,
pro–
piamente di<:ho, la i justicia perduró algfü1 tanto más. Los cronis–
fas ·ensafaaron la única c1v· izaoión que ellos supusieron de buena fé,
privativa de los inca:s. Garc1lalso y el Pa re Valera, líijos
d~ mujeres
<:uzqueñas, coadyuvaron n rimer término en consolidar ese error,
casi .pudiera decir e en erearlo. Los "Comentarios" del primero, en
que utiliza de onfinuo extractos d la obra del Pa re, esbozan un
cuadro de
.Ja13
sodedad~s
costeñias, <:oniquistadas por los incas, palma–
riamente <:ontrario a la reali.dad. Allí ap·arecen los naturales de Nazca,
lea, Pisco, Ohincha, Runahuanac,
Ruar.cu, Pachacámac, Rímac, Ghan-–
cay, HU.aman, Paramonga, Santa, Chimu, Huailas
y
de muchas otras
regiones como fieras viles, bajas, <:rueles, torpes, bestiales y bra–
v ·ai&. (
1) .
(1)
Fué la táctica astuta de Garcilaso, infun–
dir la idea de un desnivel de p.recipicio entre
los inca& y los demás indios peruanos de ese
tiempo. "Es de saber", dice "que en aquella
primera Edad, y antigua Gentilidad, unos In–
dios avia poco mejores que bestias mansas, y
otros muchos peores que fieras bravas; y
principiando de sus Dioses, decimos que los
tuvieron conforme a las demás simplícidades
y torpecas que usaron; así en la muchedumbre
dellos como en la vileca y bajeca de sus Dio–
ses, era también la crueldad y barbaridad de
los Sacrificios de aquella antigua Idolatría;
pues sin las demás cosas comunes, como ani–
males y mieses, sacrificavan Hombres y Mu–
geres de todas edades... (pág.
13.
Ed.
1723).
"En la manera de sus Habitaciones y Pue–
blos, tenían aquellos gentiles la misma bar–
baridad que e n sus. Dioses y Sacrificios. Los
más políticos tenían sus pueblos poblados sin
placa ni orden de calles ni de casas.. .. En
aquellos pueblos y Habitaci-0nes, gobernaba
el que se atrevía a los Vasallos con tyra–
nías y crueldad sirviéndose dellos como de
esclavos, usándo de sus mugeres y hijas a
toda su voluntad, haciéndose guerra unos a