CORONAS Y ADORNOS CEFÁLICOS
225
Argumento muy débil, no tan sólo porque ninguna de las muchas
caras humanas del mismo monumento está desprovista de tales adornos,
más o menos numerosos (el dios central lleva 24, los personajes arrodi–
llados
5,
y cada una de las caras del
friso 24 a 28). sino porque la mayor
parte de las cabezas de la cerámica y
del bajorrelieve, en todo el territorio
peruano, lleva tales apendices, y desde
la expresión más simple basta la más
complicada hay una cadena ininterrum–
pida, cuya unidad serí<;t gratuito desco–
nocer como elemento de gran significa–
ción. De seguro resultaría desacerta–
da ·la actitud de quien explicase inva–
riablemente todas las figuras similares
mediante el simbolismo solar. Además
tenemos muy fidedignas noticias de los
adornos de la cabeza entre los Peruanos,
desde la simple enda tejida, basta el
complicado
llautu
con
flecos
de plumas, de los que
o
llevo
70 a París (XVII. pág.
15"3.
lamina
4~ ),
las imponentes
c
ranas de ban–
das multicolores,
co
,.,.numer.osos apén-
d
.
,
/..<:,~
ices mas o menos an1ma11za os, a ma-
gen del cóndor, serpiente, QUma, y con
flecos de plumas ( nótese el caracterís–
tico aspecto de estos
pompons
en el ta–
piz de M ajoro-chico, Fig. 5 4) y las
anchas fajas frontales llevadas a Berlín
pur B.AsSLER (XVIII, p. 3 74) , en las
que están fijadas hileras de planchitas
circulares u ovaladas de lámina de plata.
En realidad, nada existe en la figura
central de la portada de Tiahuanaco
que no tenga correspondencia con los
monumentos y objetos etnográficos del
territorio peruano
in toto.
Nótense las l
cintas animalizadas de la Fíg. 50 en
forma de serpientes, que son transfor–
m aciones y superv1venc1as de la
"ttica"
FIG. 5 1
Personajes arrodillados lateralmente a fa
fi–
gura central, uno por cad.t fib
dd
bdo de–
recho (Joyce)
.