MITO SOLAR
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mente parecidas, que coinciden esencialmente por la desaparición final,
siempre de carácter fabuloso. Sin embargo, como Quetzalcoatl es "hijo
del sol" ,
y
en su viaje de despedida, las serpientes del mar acuden a la
playa en su honor, para entretejer una balsa con sus cuerpos, los hieró–
grafos han creído encontrar suficiente apoyo para sostener que se trata
de un mito solar.
La hagiografía de Quetzalcoatl se termina con la persecución del
dios Tezcatlípoca, quien lo obligó a huir hacia el mar, emprendiendo
un viaje del que no volvería jamás, aunque - como todo clásico promul–
gador de leyes, Solón, Licurgo, Rómulo y demás - prometiese vol–
ver algún día para castigar a los pecadores. Ahora bien, no es necesario
mirar el mapa para· tener presente que el lugar donde Quetzalcoatl se
embarcó en el
coatl-apechtli
(pavimento de serpientes), puesto cerca de
la boca del río Coaxalco, y de la . ciudad moderna de V era Cruz, está
situado a oriente de Méjico, pues la leyenda dice explícitamente que
el
héroe desapareció en la profundidad del mar oriental (XI, p. 81, 82).
Relacione quien quiera el viaje de Quetzalcoatl con su carácter hi–
postático solar. Solamente un acrobatismo astronómico lograría conci–
liar la leyenda m
~icana
con la marcha del sol.
Por
lo
que coJ ieme a famoso portal de Tiabuanaco, la denomi–
nación de Puerta del Sol, tan corrientemente admitida, encierra la his–
toria de una frase hecha que indudablemente encontró inmerecida for–
tuna, por las ra qnes que cabamos de registirar. !Ja muy diligente re–
copilación bibliográfica editada recientemente por el Dr. GALLO
(XII)
ofrece al lector una fácil oportunídad de reconstruir por su cuenta la
historia del simbolismo solar que se atribuye a la portada.
Ni Coso, ni· BETANZOS, ni CIEZA, ni algún otro viajero antes
de 1800 hizo mención de ese simbolismo, al hablar de Tiahuanaco. La
omisión ha sido interpretada de una manera muy curiosa: se ha supues–
to que el portal no fué visto por los dichos viajeros y que, probable–
mente, se lo ha llevado al lugar que hoy ocupa, en tiempos más recien–
tes. Nadie logra resolver, por otra parte, la incógnita: ¿de dónde?
El primero que distingue y describe la puerta, es A. D'ORBIGNY,
el que señala, pura y simplemente, r.especto al significado de las escultu–
ras, unas "alegorías religiosas del sol y del cóndor su mensaje–
ro''.
(XIII).
MITRE no abre discusión alguna y acepta, sin mayores
explicaciones, que
"e11 sus grandes li12eamie12tos
[de la figura central]
y
e11 su rostro radia12te, se reconoce claramente la imagen convencional
del sol"
(XIV,
p. 36). Sería muy largo reunir todos los pasos de los
innumerables Autores que han reproducido, ampliado y firuleteado estas
expresiones, sin añadir alguna demostración de la presunción solar, y