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LUCH!A E>E MÉTODOS
sin pensar un instante, si se exeeptúa a
UHLE
y sus secuacres,
<iJ.Ueel
es–
critor moderno debe salir del círculo de las afirmacíones dogmánfoas.
In:dudablemente esos AutoFes han descontado el hecha que esta in–
terpretacién resulta · hoy para nosotros casi intuitiva, por la vulgariza–
ción que na adquiríclo, por obra de fa numismáiica y la herálclica, el
círculo rodeado..
p.oruna aureola' de radios y conteniendo los fineamientos
cle una cara humana. Igualmente,
la
imagede
de los niños, y hasta los
juegos de naipes han familiarizado su empleo. Por este camino han lle–
gado muchos a creer qqe fuese un símbolo eterno, que acqmpafrara al
hombre en todo su desarrollo y per,egrinaciones.
Sin embargo, para la comprensión rigurosa de los monumentos ar–
queológicos es necesario evitar esas peticiones de principio. He visto que
TELLO,
con prudencia digna de elogio, al tratar de
~lgunos
relieves .de
Aija, en que la disposicién de los rayos afrededor de caras humanas es
ejemplarmente clara, conceptúa que
la
identificación con
·él
sol es
tan
sólo prnbable.
(XIX, p. 111). Otra pFesunción común es que emplea–
ran esa imagen o signo les pueblos clásicos de la historia antigua, al sen–
tir la necesidad de simbolizar al sol. En cambio, la ca:t!a humana prn–
vista de líneas radiales no forma parte de
la
iconografía de los pueblos
heliolátricos, como
fo
demuestra la figura Humanizada de Ra en Egipto,
de Mitra en P e.rsia y de Júpiter Baal, el típico astr<il-díos del templo del
sol, et;t Balbec .
~----~
En cuanto a los Sí.gnos circulares geométricos, más e m'en
0
s radia-
dos que abil, ,,a n en los élibujos rupestres de todo el mundo (en
la
Ar–
gentina: Córdoba, Patagoma y Buenos Aires), es muy co ún leer en los
Autores que los describen, que se trata de símbelos del sel. Bs ésta una
'\
(-¡: .:_.-
Pccroglifo de
N~w
Gr:inge (Irlanda)
.
interpretación que no es fádl des–
mentir. Pe:t!o es iguálmente diffoil
demo$trar su exactitu9. Sin duda,
a·I encontrar las mismas formas en
los petroglifos, por ejemplo, de
San Vicente, sentirfase· uno tenta–
dó de aceptarla; en cambio el ha–
llazgo de · dibujos perfectamente
idénticos en zona·s. hiperbéreas no
abog~
igualmente en 'favor de la
presunción solar (Flig. 48).
De todos médos es·' deseable que las explicaciones de esta'\fodole tan
subjetivas sean rechazadas de nuestro campo con toda rigor. El abuso
de interpretaciones
sÍnlbólicas
o
míticas
que ha. car,acteri0ado ·a ' los in–
vestigadores del final del siglo, ha provocado la reacción actual, igual–
mente excesiva, que prohibe y desautoriza todo .otro estudio de los me-