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LUCHA DE MÉTODOS
no le parece natural que los Aztecas y . Mayas adornaran espontánea–
mente templos y estatuas con perlas, y emplearan musicalmente la
Fas–
cíolaria
y el
Strombus
del mar de las Antillas en las fiestas religiosas,
por la sencilla razón de que los mismos usos, o parecidos, se encuentran
ab antiquo
entre Egipcios, Fenicios, Griegos, Romanos y Chinos. En ri–
gor de lógica, tenemos amplío derecho a pedir que Jackson demuestre
antes la imposibilidad absoluta, en los hombres, de concebir en varios
puntos de la tierra, con carácter independiente de un ciclo a otro, alego–
rías y asociaciones simples, del tipo "perlas-aurora, perlas-pureza, per–
las-rocío, perlas-divinidad". Las ideas que tenemos hoy día sobre la
exploración empírica y el aprovechamiento de todo material ofrecido
por la naturaleza, por parte de los hombres primitivos, no contrasta
en nada con la circunstancia de que en varios continentes a la vez, se haya
sacado provecho de la facultad que poseen ciertas conchas marinas de
producir sonidos al soplar en su cavidad.
No es tan simple como los precedentes el tercer argumento del con–
quiliólogo de Manchester, relacionado con el conocido molusco que ha
servido largo tiempo y sirve todavía como valor de cambio entre varios
pueblos que no conocen otra moneda (7). Llamado con el vocablo
cowry
por los ingleses, y con el nombre de los órganos pudendos feme–
ninos por toda la antigüedad, lleva impreso en su nombre científico,
Cypraea,
el recu erdo de su r arentesco con la diosa de la generación.
En
el
2 sunto de la
Cypraea
débese distinguir ttes eslabones: prime–
ro, las pruebas de su existencia en Améiica antes del descubrimiento;
segundo, la demostración de que las especies encontradas en los yaci–
mientos americanos no pertenecen en absoluto a organismos vivientes
en América; tercero, la identidad de asociaciones mentales
y
costumbres
relacionadas con dicho molusco en América, con las de Egipto, China,
India
y
demás regiones habitadas por pueblos históricos.
Respecto al primer punto, Jackson
y
Moore (8) registran los si–
guientes hallazgos:
( 7)
El nombre
Cypraea
deriva seguramente de Chipre, asiento de Venus. Es
una atenuación de
los nombres clásicos, que indicaban claramente los órganos de
la
mujer:
matriculus,
de Enio; 11 XotQO\; de los Griegos;
porcus y porculus
de los La–
tinos, de donde, por similitud de aspecto,
el
nomb~e
de porcelana.
(8)
MOORE, Clarence B. _..:.._
Aboriginal Sites on Tennessee River;
en
" Joum al
A cad. Nat. Philadelphia" ,
XVI (1915) , pág. 11.
Al compulsar la obra de Moore, editada un año antes del escrito de J ackson,
he podido ver que todos los elementos
·y
datos ofrecidos por Jackson están consigna–
dos y reunidos ya por Moore, en las páginas 293 a
295 .
Jackson, en verdad, ha
tenido
la,
buena idea de no alterar una coma, tanto en los textos Y citas, como en
el
orden de exposición.
Su originalidad,
tratándose de una discusión
integralmente publicada por otro