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PLATÓN Y EL COMUNISMO INCAICO

173

Sentadas como legítimas las analogías que preceden, no hay mu–

cho camino para llegar a las conclusiones más antojadizas. Así vemos

al mismo Autor señalar como revelador el hecho que Mejicanos y Egip–

cios ceñían su cintura con unas telas de varios colores, que llegaban hasta

la

rodilla, en forma de enagua. Sostener que una invención tan simple

debió ser en Méjico efecto de trasplantes étnicos, es, como todo lector

ve, una flagrante ex ageración del concepto de dependencia cultural, como

base para una doctrina 'general de los hechos etnográficos.

Iguales reflexiones podríamos hacer a propósito del uso americano

del

bumernng,

instrumento que es, en todo caso, clásico de los pueblos

de Australia

(21),

y qe otras analogías, más o menos dudosas o ficti–

cias, que el Autor establece entre Americanos y Egipcios, Fenicios y Gre–

corromanos.

· Pero ninguna iguala, por su carácter antihistórico, aquella, tan

peregrina como absurda, fundada en la filosofía griega, que E. Smitb

refiere, aunque originariamente procede de Putnam

(22).

Consiste en

sostener, en apoyo de las conocidas teorías de inmigraciones clásicas, que

t;m solamente en América encontramos llevado a la práctica (estado de

los Incas) la organización del Estado teórico cutyo modelo idea1 tiene

y

de América, verdaderos

beaaquar ·ers

de

la

deformación craµeana

(1'1LOWER,

W. H.,

Fashion in Deformity,

18 81.

p.

44) .

En resumen, mientras no hay una razón para excluir que

la

deformación fuese

desconocida a ooa región coa[ uiera, en una época indeterminada,

P.on

otra parte, sa–

liendo del concepto dema{ ado te6rico de <.!distribución", podemos afínmar, en base a

comprobaciones cuantitat ivas y cronológicas (sobrevivencía de la costumbre) que, al en–

contrarla en los pue-blos naturales o semicivilizados descubiertos en los Tiempos

Modernos, con carácter constante

y

difuso, como integrante de su patrimonio cultural,

debemos referirla al área ·del Océano Pacífico e Índico, verdaderos centros de conser–

vación y difusión duranté los tiempos históricos.

En conclusión, Ellíot Smith ha definido como adquisiciones históricas y re–

cientes todos los relictos verdaderamente universales de la cultura humana, aquéllos que

como veremos en el Apéndice 6, fueron clasificados por los etnógrafos como inseparables

del concepto de humanidad, y acaso anteriores a su dispersión en el globo.

(21 )

El área de difusión del

bumet:ang

comprende algunas regiones de Amé–

rica, toda la Oceanía, y el continente Australiano, constituyendo para este. último

el

:arma característica de la caza. Aparece parcialmente en

la

India actual, y en los tiem–

pos primitivos de Mesopotamia. Ausente de Africa, si

se

exceptúa Egipto, fué

sin embargo empleado en Europa por Jos hombres del cuaternario. Véase

el

Apéndice 7.

(22)

Zelía

NUTTAL

hace justicia al verdadero Autor: "El Prof.

F.

W. Put–

nam por primero observó que los principios fundamentales,

el

esquema numérico

y

el

plan del estado fundado

en el

Perú por los Incas, extranjeros, se parece al formulado

por Platón en su descripción del Estado Ideal".

NUTTAL,

Zelia:

Tbe fundamental

pt:inciples of old and new World cioilizations, " Arcb. and Ethn. Papet:s of the Peabody

Museum". Haward Unio.

vol. 11 (1901), pág. 545.