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AMÉRICA Y BABILONIA
pap.ículo adiposo. Esta raza se distingue principalmente por el hábito
de no llevar barba, y rasurarse el
cab~llo
basta parecer calva, lo que au–
menta el aspecto de globulosidad de la cabeza.
La segunda raza que aparece en los bajorrelieves tiene, en cambio,
un aspecto más esbelto, no por falta de músculos, sino por el aumento,
en altura, de los miembros inferiores; el torso y las extremidades mues–
tran una construcción más delicada y nerviosa, la cabeza es menos re–
donda, más bien alargada y angosta, el perfil de la cara no ya convexo,
sino cóncavo, por la prominencia del agudo mentón y la curva de la
nariz, cuya punta es carnosa. Distínguese principalmente por el hábito
de llevar luenga barba y cabello, que le confiere una fisonomía caracte–
rística, no menos definida que la de la raza anteriormente descripta:
ambas se diferencian, según la mayoría de los autores, de manera in–
confundible.
Se acepta generalmente como súmera la primera raza, y como se–
mita la segunda . El tipo físico de esta última termina por afirmarse al
final de la época primitiva, y lo vemos continuarse, más o menos inal–
terado, durante toda la historia de la Babilonia, basta la decadencia del
imperio de Alsiria.
Este cuadro, P.rese <tado con claridao y convicción, está, sin duda,
basado en ofüervaciones que tienen un fondo inatacable de verdad. Sin
embargo, no es exent o ae puntos algo oscuros y, formulado de un modo
tan absoluto, choca €entra un sinnúmeEo de Gontradicciones.
Entiendo referirme tan sólo en parte a la objeción
a priori
de que
las variacignes en la representación de la figura humana, en la sucesión
del tiempo, obedecen intensamente al factor técnico y espiritual del ar–
tista o de las generaciones que ejecutan la obra de arte. Los cuerpos
trapas
de los súmeros - para llevar un ejemplo -- podrían señalar la
impericia de los que en la Caldea se iniciaron al arte del bajorrelieve ;
la prueba sería que con la victoria de Naram-sin, semita, el arte recibe
inmediatamente un adelanto asombroso, y ya en la estela encontrada
por Morgan, las figuras han adquirido esbeltez y elegancia, y la or–
donnance
general de la escena suscita una impresión de vida absolu ta–
mente nueva, por haberse también descubierto las leyes de la perspectiva.
Ya me he puesto en guardia - en otro lugar ( 6) - contra la falta
de crítica de los que pretenden descubrir mediante la inspección de la
estatuaria si
la
reina Tii, por ejemplo, fué egipcia o extranjera . No
( 6) lMBELLONI,
J . -
Dios nacional
y
Dios advenedizo,
publicado en
La
Prensa
del día 18 de Febrero de 1923.
Del mismo. -
La revolución religiosa
y
su aspecto sexual,
publicado en "La
Prensa", domingo 25 de ebrero de 1923.