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EL

HOMBRE SÚMERO

145

Aun haciendo abstracción del

ictus

del fogoso .antropólogo .de Gi–

nebra, es cierto, sin embargo, que muchas

p~rsonas

de cultura,

y

a veces

de gran erudición, ignoran los principios y ·la utílídad probativa de los

estudios naturales, en relación con

la

historia y el conocimiento de la ;ic–

tividad humana.

Privado, por la ausencia de cráneos y esqueletos, de los medios

directos que ofrece la antropología física, el asiriólogo ha tenido a su

alcance solamente las representacianes del hombre, figuradas por el arte

de la escultura y la glíptica, de las que han sido en cierto modo fe–

cundas las excavaciones del Asia anterior.

Se lee corrientemente (5) que estas representaciones artísticas,

y

especialmente las que se asignan a la época primitiva de la Caldea, han

permitido separar las dos razas que habitaron inicialmente el territorio

(

súmeros y acadianos) .

FJG. 18

Esculrnra primiciva procedente , de TelJo qac representa a Ur-Níoa con su famili;i

y

servidumbre.

{Ddaporte,

Handcock) .

En efecto, por un lado encontramos hombres un tanto corpulentos,

y

de estatura baja, cuya cabeza es redonda, con la nariz unida (en el

perfil) linealmente a la frente, ojos en forma de almendra, torso muy

desarrollado con detrimento de las extremidades inferiores, hombros

an~

cho~,

tejido muscular muy rico, y aparentemente cubierto por abundante

(5) CONTENAU, '°pág. 19. - HOMMEL, pág. 167, algo en contradicción con

lo de pág. 203 .--SARZEC ET HEUZEY, pág. 104-143.-MORET ET DAVY. 232-233 .