EL
HOMBRE SÚMERO
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Aun haciendo abstracción del
ictus
del fogoso .antropólogo .de Gi–
nebra, es cierto, sin embargo, que muchas
p~rsonas
de cultura,
y
a veces
de gran erudición, ignoran los principios y ·la utílídad probativa de los
estudios naturales, en relación con
la
historia y el conocimiento de la ;ic–
tividad humana.
Privado, por la ausencia de cráneos y esqueletos, de los medios
directos que ofrece la antropología física, el asiriólogo ha tenido a su
alcance solamente las representacianes del hombre, figuradas por el arte
de la escultura y la glíptica, de las que han sido en cierto modo fe–
cundas las excavaciones del Asia anterior.
Se lee corrientemente (5) que estas representaciones artísticas,
y
especialmente las que se asignan a la época primitiva de la Caldea, han
permitido separar las dos razas que habitaron inicialmente el territorio
(
súmeros y acadianos) .
FJG. 18
Esculrnra primiciva procedente , de TelJo qac representa a Ur-Níoa con su famili;i
y
servidumbre.
{Ddaporte,
Handcock) .
En efecto, por un lado encontramos hombres un tanto corpulentos,
y
de estatura baja, cuya cabeza es redonda, con la nariz unida (en el
perfil) linealmente a la frente, ojos en forma de almendra, torso muy
desarrollado con detrimento de las extremidades inferiores, hombros
an~
cho~,
tejido muscular muy rico, y aparentemente cubierto por abundante
(5) CONTENAU, '°pág. 19. - HOMMEL, pág. 167, algo en contradicción con
lo de pág. 203 .--SARZEC ET HEUZEY, pág. 104-143.-MORET ET DAVY. 232-233 .