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l52

AMÉRICA Y BABILONIA

Los varios autores que han tratado esta cuestión en los libros más

recientes .destinados a ofrecer una

síntes.is

de los estudios especializados

(Delaporte, Contenau, Handcock, Cavaígnac), no tratan el particular

con el interés que requiere,

y,

siguiendo a Hommel, enuncian juicios

poco concluyentes o emplean una elocución vaga y contradictoria.

Creo útil, ppr lo tanto, enunciar el criterio que me he formado

sobre el propósito.

Excluyo desde el primer momento que el hecho de llevar o supri–

mir barba y cabello, fuera, en los pueblos .de la antigüedad, un detalle

insignificante, algo así como el arbitrio que rige hoy día en el cuidado

de ' la

toilette

(

11) (aunque tampoco hoy día ese arbitrio existe incon–

dicionalmente) . Aduzcó como comprobación el hecho de

que~

aun en

tiempo,s francamente asirios, los reyes, sacerdotes, ·guerreros, nobles y

basta la clase medía, aparece en la escultura con barba artísticamente

rizada y abundante cabello, mientras las figuras imberbes representan

tan sólo hombres de baja condición, y en ciertos casos es evidente que

se trata de eunucos (

121

.

Podríase tomar en conside,ación la teoría de Heuzey ( 13) , sola–

mente sí ella sostuviese que "todos" los imberbes son sacerdotes, "y

los demás no' ', con lo que nos encontraríamos frente a una profunda

distinción de castas . Pero aun

as~

modíficada

1

la idea de Heuzey se es–

trella contra una dificultad insuperable, de orden

an~ropelógico.

Si he–

mos identifi'j--o tos Súmeros por Turanios ( 14),

id est

por una raza

( 11) A las relaciones entre la barba y la historia de la cultura ha dedicado

todo un capítulo un autor a emán que acaba de publicar en

Die Umschau

un estadio

sobre las modas de la barba desde la antigüedad basta nuestros días. No be logrado

obtener el número de la revista de Francfort, pero be leído un resumen del estadio

de Hngo MOETEFIND; este autor llega a nuestras mismas conclusiones:

1.

0 ,

importan –

te significación étnica o religiosa de la barba en la antigüedad, a menado de carácter

social;

2.0,

más escaso significado en nuestro tiempo, lo que no impide que se veri–

fique una verdadera sugestión de la costumbre, (moda, imitación de hombres célebres

o de soberanos).

( 12) HANDCOCK, Percy S. P . -

Mesopotamian Archaeol.,

pág. 239

(13) SARZEC, de et HEUZEY. -

Découvertes el Chaldée;

París, 1884-19 12.

Ver págs. 104 a 143.

(J

4) Empleo la palabra

Turanio,

porque es del uso común,

y

para no abor–

dar · una cantidad de disensiones puramente antropofísicas, que acabarían por can–

sar al lector. Sin embargo no olvido que Turanio, como sus congéneres Camita,

Semita

y

Ario son palabras creadas cuando la indagación racial estaba exclusivamente

en manos de los lingüistas. Esas palabras, según la justa observación de SERGI,

G.–

Gli Arii

in

Europa e Asia,

Torino, 1909, (pág. 262) han generado, como cn la le–

gendaria torre de Babel " una confnsione di razze e popoli, la quale si trasporta nella

storia e nell'etnografía; gli errori diventano forme stereotipe difficili a mutare od a