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AMÉRICA Y BABILONIA
Los varios autores que han tratado esta cuestión en los libros más
recientes .destinados a ofrecer una
síntes.isde los estudios especializados
(Delaporte, Contenau, Handcock, Cavaígnac), no tratan el particular
con el interés que requiere,
y,
siguiendo a Hommel, enuncian juicios
poco concluyentes o emplean una elocución vaga y contradictoria.
Creo útil, ppr lo tanto, enunciar el criterio que me he formado
sobre el propósito.
Excluyo desde el primer momento que el hecho de llevar o supri–
mir barba y cabello, fuera, en los pueblos .de la antigüedad, un detalle
insignificante, algo así como el arbitrio que rige hoy día en el cuidado
de ' la
toilette
(
11) (aunque tampoco hoy día ese arbitrio existe incon–
dicionalmente) . Aduzcó como comprobación el hecho de
que~
aun en
tiempo,s francamente asirios, los reyes, sacerdotes, ·guerreros, nobles y
basta la clase medía, aparece en la escultura con barba artísticamente
rizada y abundante cabello, mientras las figuras imberbes representan
tan sólo hombres de baja condición, y en ciertos casos es evidente que
se trata de eunucos (
121
.
Podríase tomar en conside,ación la teoría de Heuzey ( 13) , sola–
mente sí ella sostuviese que "todos" los imberbes son sacerdotes, "y
los demás no' ', con lo que nos encontraríamos frente a una profunda
distinción de castas . Pero aun
as~
modíficada
1
la idea de Heuzey se es–
trella contra una dificultad insuperable, de orden
an~ropelógico.
Si he–
mos identifi'j--o tos Súmeros por Turanios ( 14),
id est
por una raza
( 11) A las relaciones entre la barba y la historia de la cultura ha dedicado
todo un capítulo un autor a emán que acaba de publicar en
Die Umschau
un estadio
sobre las modas de la barba desde la antigüedad basta nuestros días. No be logrado
obtener el número de la revista de Francfort, pero be leído un resumen del estadio
de Hngo MOETEFIND; este autor llega a nuestras mismas conclusiones:
1.
0 ,
importan –
te significación étnica o religiosa de la barba en la antigüedad, a menado de carácter
social;
2.0,
más escaso significado en nuestro tiempo, lo que no impide que se veri–
fique una verdadera sugestión de la costumbre, (moda, imitación de hombres célebres
o de soberanos).
( 12) HANDCOCK, Percy S. P . -
Mesopotamian Archaeol.,
pág. 239
(13) SARZEC, de et HEUZEY. -
Découvertes el Chaldée;
París, 1884-19 12.
Ver págs. 104 a 143.
(J
4) Empleo la palabra
Turanio,
porque es del uso común,
y
para no abor–
dar · una cantidad de disensiones puramente antropofísicas, que acabarían por can–
sar al lector. Sin embargo no olvido que Turanio, como sus congéneres Camita,
Semita
y
Ario son palabras creadas cuando la indagación racial estaba exclusivamente
en manos de los lingüistas. Esas palabras, según la justa observación de SERGI,
G.–
Gli Arii
in
Europa e Asia,
Torino, 1909, (pág. 262) han generado, como cn la le–
gendaria torre de Babel " una confnsione di razze e popoli, la quale si trasporta nella
storia e nell'etnografía; gli errori diventano forme stereotipe difficili a mutare od a