134
AMÉRICA Y BABILONIA
paleontología, al identificar numerosísimas osamentas de animales equi–
nos en las capas cuaternarias superiores de las estaciones clásicas.
Tan solamente cabe la duda, al preguntarse uno qué clase de papel
desempeñaba el caballo en
la
vida del hombre, durante el cuaternario.
Hay un reducido grupo de optimistas a toda costa, quienes suponen que
ya se encontraba domesticado, y hasta se le imponían cargas para llevar–
las de un lugar a otro. Esta opinión, tan débil que merece ser llamada
un
li ttle doubt
(
15) , descansa sobre el hecho siguiente: que entre los
innumerables
graffiti
de esa época tan remota, hay algunos cuyas líneas
grabadas en el hueso o en la piedra, fueron interpretadas como repre–
sentación de bridas y bozales, y otras, que se bautizaron como montu–
ras o cubiertas puestas sobre el lomo del animal. Las amplias discusio–
nes ( 16) surgidas a este propósito parece hayan terminado por eviden–
ciar que en el caso más favorable, pudo haber únicamente ataduras para
sujetar el caballo, mediante una cuerda que se envolvía al cuello cerca
de las orejas, siempre que esos signos no sean particularidades intrínsecas
del arte del grabador ( 17). Por mi cuenta, los que hablan de cubiertas
( 15)
La ftrase es de S. A. WAREEN, y fué pronunciada durante una discusión
de la Sociedad Geo ógiaa de Londres.
'~Quarterly
J oumat o
the Geological Society", vol. LXX, 1914, p. 103.
( 16)
No se ha disc tido únicamente si
el
hombre paleolítico fué domesticador
de caballos y
jinete,
sínó
también si el arte paleofítico ha representado una o dos
clases de caballos. Dtó lugar
esta disputa el hecho que los caballos están dibujados
de dos maneras
~e.i:fectamente
distintas por la forma del cuello, del cuerpo y
el
perfil
de la cabeza.
Osborn opina que algunos fueron representados en
tiempo de verano, y otros
con
el
pelaje de invierno. Sin embargo, algunas veces en un mismo grupo aparecen
los dos caballos, el fino y
el
grosero. Este último es prácticamente el más abundante
y se parece al Tarpán.
La cuestión de si el hombre paleolítico fué
horseman,
no preocupa mayormente
a
L
YDEKKER. Mucho, en cambio, interesa a nosotros la frase de BOYLE, citada por él :
"Es incierto
si
los cazadores europeos llegaron a montar
el
caballo en la prehistoria,
pero, por lo que concierne a
la
protohistoria, los asiáticos en el arte de cabalgar se
muestran infinitamente más aventajados".
LYDEKKER,
R. -
The
Horse
and its relatives.
London, 1912, ver pág. 98.
( 17)
He tenido sobre este punto largas plát\cas . con un verdadero especialista
en asuntos de hipología, el distinguido pintor francés de animales Mr. MAGNE DE LA
CRO!X, quien me ha citado como t;>rueba de la domesticación del caballo en el paleo–
lítico,
la cabeza publicada por E. PIETTE en
" L' Anthropologie" ,
XVII
(
1906) ,
pág. 29.
Naturalmente
el
señor De la Croix sigue las
ideas de Piette, el más decidido
campeón de
los paleolíticos
jinetes. Obsérvase que
la
interpretación de esa cabeza
equina se difiere de la que
el
mismo Piette dió en
L'Art pendant
l'ag~.
du renne,
plan–
che 9 2, 4.
Otros sostenes del
jinete prehistórico son las cabezas del Mas d'Azil, que el