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138

AMÉRICA Y BABILONIA

craff

(28),

diremos que hasta la Edad Medía el caballo nunca fué em–

pleado fuera de la guerra y

fa

caza.

Viceversa en Mesopotamia, ya en la famosa estela de los Buitres,

el carro del dios Ningirsu es llevado por un asno (29. Una ley del rey

Urakagina establece que si uno de sus súbditos guarda un lindo asno

en el establo, el rey puede requerirlo ofreciendo

el

justo precio, pero no

obligar al ciudadano a deshacerse del animal . Handcock deduce justa–

mente que en esa época el asno debía ser común entre los Súmeros. Re–

cuérdese que Urukagina fué un rey de la

1~

dinastía de Lagash, alrededor

de

2800

años antes de Cristo, según la cronología más severa, la de

Clay. Aprendemos así que ya en esa época la legislación súmera había

reglamentado lo que hoy llamaríamos

el

derecho de requisición por

parte del estado, y que el animal indispensable a los privados, no menos

que para la guerra, era el asno. Varios monumentos representan el asno,

ya desde las altas épocas, para llegar a los monumentos que Layard ha

descubierto en Nínive. Naturalmente, tanto el asno como el caballo

pueden haber sido conocidos por los Súmeros ya antes de la migración

hacia Oesté que los condujo al valle de los dos ríos. La analogía con

la protohisto"1a de Europa nos indicaría como probable una semido–

mesticación a te ior, en 1os oasis de la Dactnia, c0n finalidades alimen–

ticias. Para salir de las co jeturas, el hecho es que la expedición Car–

negie ha encontrado en nau muesos de varios equídeos

(30),

y entre

ellos de un cabal o primitivo,

Equus Pumpellii.

El asno )§Íático puoo ser ob enido en gnandes cantidades, anterior–

mente al cabállo, y fué en esopotamia, durante muchos siglos

el

animal

de transporte

por excelencia. Aún cuando el caballo doméstico llegó a

ser abundante,- fué considerado tan solo como auxiliar en

la

guerra.

Ambos animales, sin embargo, continuaron durante toda la historia de

Mesopotamia siendo conocidos también en estado salvaje, como lo prue–

ban las escenas de caza de Assur-bani-pal.

Es fácil imaginar que manadas de bemiones y caballos en estado

salvaje se avistaran comúnmente a lo largo de los caminos que llevaban

de la llanura súmera hacia la zona montañosa del Noreste y las suaves

colinas del Sureste, en las que sentaron posteriormente sus reales los

(28)

PYCRAFF,

W.

P. -

Il cavallo domestico, l'asino domestico e il mulo,

en

Animali Viventi,

a cura di C.

J.

Cornisb, trad. italiana,

1911,

vol. l, p.

290-304.

(consultar pág.

291).

( 29) HANDCOCK,

loco citato,

pág. 18.

(30)

Para

Equus, Pumpelli

ver:

PUMPELLY,

R. -

Explorations in Turkestan,

ya citado. Vol.

Il.

pág.

309

sigtes., pág.

427

sigtes. La parte hipológica está confiada al especialista Dr.

J.

U. Duerst.