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AMÉRICA Y BABILONIA
craff
(28),
diremos que hasta la Edad Medía el caballo nunca fué em–
pleado fuera de la guerra y
fa
caza.
Viceversa en Mesopotamia, ya en la famosa estela de los Buitres,
el carro del dios Ningirsu es llevado por un asno (29. Una ley del rey
Urakagina establece que si uno de sus súbditos guarda un lindo asno
en el establo, el rey puede requerirlo ofreciendo
el
justo precio, pero no
obligar al ciudadano a deshacerse del animal . Handcock deduce justa–
mente que en esa época el asno debía ser común entre los Súmeros. Re–
cuérdese que Urukagina fué un rey de la
1~
dinastía de Lagash, alrededor
de
2800
años antes de Cristo, según la cronología más severa, la de
Clay. Aprendemos así que ya en esa época la legislación súmera había
reglamentado lo que hoy llamaríamos
el
derecho de requisición por
parte del estado, y que el animal indispensable a los privados, no menos
que para la guerra, era el asno. Varios monumentos representan el asno,
ya desde las altas épocas, para llegar a los monumentos que Layard ha
descubierto en Nínive. Naturalmente, tanto el asno como el caballo
pueden haber sido conocidos por los Súmeros ya antes de la migración
hacia Oesté que los condujo al valle de los dos ríos. La analogía con
la protohisto"1a de Europa nos indicaría como probable una semido–
mesticación a te ior, en 1os oasis de la Dactnia, c0n finalidades alimen–
ticias. Para salir de las co jeturas, el hecho es que la expedición Car–
negie ha encontrado en nau muesos de varios equídeos
(30),
y entre
ellos de un cabal o primitivo,
Equus Pumpellii.
El asno )§Íático puoo ser ob enido en gnandes cantidades, anterior–
mente al cabállo, y fué en esopotamia, durante muchos siglos
el
animal
de transporte
por excelencia. Aún cuando el caballo doméstico llegó a
ser abundante,- fué considerado tan solo como auxiliar en
la
guerra.
Ambos animales, sin embargo, continuaron durante toda la historia de
Mesopotamia siendo conocidos también en estado salvaje, como lo prue–
ban las escenas de caza de Assur-bani-pal.
Es fácil imaginar que manadas de bemiones y caballos en estado
salvaje se avistaran comúnmente a lo largo de los caminos que llevaban
de la llanura súmera hacia la zona montañosa del Noreste y las suaves
colinas del Sureste, en las que sentaron posteriormente sus reales los
(28)
PYCRAFF,
W.
P. -
Il cavallo domestico, l'asino domestico e il mulo,
en
Animali Viventi,
a cura di C.
J.
Cornisb, trad. italiana,
1911,
vol. l, p.
290-304.
(consultar pág.
291).
( 29) HANDCOCK,
loco citato,
pág. 18.
(30)
Para
Equus, Pumpelli
ver:
PUMPELLY,
R. -
Explorations in Turkestan,
ya citado. Vol.
Il.
pág.
309
sigtes., pág.
427
sigtes. La parte hipológica está confiada al especialista Dr.
J.
U. Duerst.