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>S
j
r
lin s colgante ·
de
Yucai
de
los e n–
tarinos arr
y
de Calca, de las espejeant s
lab'u1u1s
d
~
aipu
y
Uhíncheros, de las flo–
r l.tas
d
Urquillos, de los maizales de lluai-
11 bamba
de los umbrosos rincones de
uis–
picanchi,
e producían con espontaneidad
la más exquisitas obras que pueden salir
de
la
di
tras manos del más delicado artífice;
flor
s
odoríferas, de multicromías deleitan–
t
s:
el kantut el ñujchu, el amankai; pájaros
de
iridescencias fantásticas como
el
kori–
kenti, o el
picaflor
de oro, como el kausarka,
tan gr{ln
cual una
i
a comu la urpi de
todas las
s
~an0-iones,
símbolo de la
fidelidad
r urf).
itnales e
~o
la
wi-
kuña, de
vellones
y
ojos
de
obsidia-
na,
com
a
·na
de
finísima piel, como
la wiskacha má-s ágil que la liebre, como el
llama, femenino y señorial, grandes decora–
tivos de los collados y las cresterías sole–
dosos.
1ntrospecolón
El paisaje interior era el mismo. En estas
almas cabía mucha bondad. No las tortura–
ba ningún mal pensamiento. Ni la incerti–
dumbre del más allá, ni el aguijón del inte–
rés, ni el hastío de los placeres inconfesa.bles,
ni el ácido mordiente de la miseria. Porque
ellos tenían una alegre confianza en sí
mis-