Table of Contents Table of Contents
Previous Page  351 / 382 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 351 / 382 Next Page
Page Background

HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN

PERUANA

345

gina ver en ellos las exteriorizaciones de la vida y del esfuerzo

modernos :

la huella conViencional de la civilización

de que somos

hijos.

De pronto, en la penumbra del atardecer, o bien en la ne–

grura de la callada noche, un tañido de flauta o zapoña, o bien

un ágil punteo de bandurria le dan a entender que debajo de

aquel indiferente aspecto de las cosas, late, ama, recuerda y se

desespera el alma antigua del Tahuantinsuyo.

El viajero de índole superficial escucha, distraído, aquellos

sonidos; el de índole filosófica escucha, y se da cuenta de la pro–

fundidad del sentimiento qua vive en ellos, y experimenta una

impresión de indecible pesadumbre y simpatía...

Los instrumentos de que se vale la música incaica son senci–

llos como los de la antigua Arcadia: la zampoña, el

pincullo,

la

quena

y la caterva de los derivados de la flauta,

y,

respondiendo

en nuestro tiempo a una imitación española, la bandurria y

el arp?i.

En aquellas sus manifestaciones que dejamos dichas, el

huay–

ñu

y

el

yaraví,

transcurre una hebra de melodía, tiernamente in–

sistente, como si quien la ejecuta pretendiera forzar con un repe–

tido reclamo las férreas puertas que recatan la vida presente del

sombrío más allá en que moran los seres que nos arrebatara la

mano implacable de la muerte.

Más de una vez nos hemos hecho la pregunta de si el haber

sido ideada para comunicarse

con los muertos,

basta para justi–

ficar ese a manera de estribillo de desconsuelo que tan por com–

pleto la domina,

y

nos hemos dicho que acaso reviva en sus mo–

dulaciones el recuerdo de los trances angustiosos que las humani–

dades precollaguas experimentaron algún día, arrojadas, cual se

vieron, al embate de inmensas catástrofes, de las orillas del At–

lántico al

al~iplano

de los Andes, sobre un camino sembrado de

peligros

y

asediado de .privaciones

y

nostalgias.

La música incaica, no había merecido por el pasado los ho–

nores de una clasificación esmerada,

ni

los de una análisis reve–

ladora

de

sus íntimos resortes, por lo cual hemos de aplaudir