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QUlilCHU.4.- 0.4.STlilLLAN"O
Begundo, los hombres maduros de cincuenta ani-
1
a;
y
el t rcero
·ontenía
los de cuarenta; y
así de diez a diez años, hasta los niños de te–
ta. Por la misma orden contaban
las mujeres
por las edades. Algunos de esto
hilos teuían
otro
hilitos delgados del mismo color, como hi–
juelas o exceµciones de aquellas reglas gene–
rales, como digamos en el hilo de los hombres
o mujeres de tal dad que se entendían ser ca–
sados, los hilitos significaban el número de los
viudos o viudas que de aqnella eclacl había a–
quel año; porqne estas cuentas eran anale8, y
no dabau razón más que de un año
olo. Los
fludos se daban por su orden de unidad, de–
cena, centena mil lar, ctecena de millar,
y
µo–
caR
\' ce¡,1 o u nuca ¡_>asaban a Ja centeua de mi–
llar; por
·omo
~\da
pueblo tenía su cuen–
ta de p r
í.
y
cada metrópoli la de sn di::;–
trito,
11un '(\
llegaba el núme1·0 de éstos o de
aqmel
tauta cantidad, que pasase a lacen-
tena
milla·, que en los números que hay
d
allí abajo, tenían harto. Mas si seofrecía
haber de c:ontar por el número centena de mi–
llar, también
lo contaran, porque en su leugua·
je pueden dar todos lo· número::; del guarismo,
corno él
los tiene; mas µorque no había µara
qué usar de lo ' números mayore._•, no pasaban
ne la decena de mil lar. Estos uúmeros conta–
ba u por ñudos dados en aquellos hilos, cada
núnrnro dividido del otro: empero los ñudos de
cada número estaban dados touos juntos deba–
jo dt> nna vuelta, a manera ele los ñudos que
se dan en el cordón del
Bieuaventu 1·ado Pa–
triarca San Francisco,
y
podíase hacer
bien,
porque nunca pasaban de nueve, como no pa–
san de nueve las unidades
y
decenas,
&."-
VI. VIII.
QFIPUCAMAYU.--- Enorr'rgadn
de cuentas: Conta·