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tal, todo aquello ·que hallamos en los escritos

rle los cronistas, en lo que se refiere a la vida

y

costu1nbres prepizarronianas; todo aquello

q ne obtuvieron en sus informaciones hay que

cousiderar co1no nada más que una amplia

tradición popular, con algún fondo de ver–

dad nota ble, q ne muy bien puede servir para

investigaciones con sistemas apropiados a los

cunocimientos de hoy, de que dispone el in–

vestigador de seriedad.

Ahora, tratándose de los Incas: iquiénes

eTan ellos? Cualquiera que lea y estudie la

enorii1e literatura antigua y moderna que

trata de "La Tierra de los Incas",

''Del Im–

perio de los Incas'', "La E poca lncásica",

"La Conquista del Imperio Incaico", y así

por el estilo, creería que se trata de una raza

especial, de una tribu

dinásti~a

o de un pue–

blo que debía haber sido el de los

''Incas".

Pero no es tal. Los Incas no han constituido

un pueblo, tampoco una raza especial.

Inca

es

una

expresión

purarriente jerárquica

y

nada

rrnás.

Incas hubo en todas partes del conti–

nente Snran1ericano.

Incas hubo en lo que

hoy es Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y

Ar–

gentina.

Cuántas fábulas, n1itos y relatos folkló–

ricos se han forjado alrededor del legendario

personaje, el primer Inca Manco Capac, cu–

yo advenimiento, la mayoría de los escritores

n1odernos, que toman por moneda real aque-