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entre las <1iferen tes razas, cosa que ayudaba
n:itnralinento
y
constituía coeficientes de va–
lor para facilitar la conqnista. Es así
q11e
por lo que se refiere a los acoutecilnientos
que se desarrollaron en la corte de Moetezu-
1na,
aunque
se introdujeron lnuchas menti–
ras,
alteraciones
y
fábulas, hay indudable–
mente
un
fondo mayor
c~e
realidad
y
verda–
des, que en lo
que
se
refiAre
a la vida
y
go–
bierno de los llamados Incas, los que en la
época en que los halló Pizarra ....
muy
poco
inás de
cultura, diremos nivel social, tuvie–
ron, que los
incultos
indios de hoy día. To–
dos aquellos grandes 1nonun1entos inconclu–
sos
en su mayoría co1no son: Tihuanacn,
Cuz–
co, Pisac, Ollantaytan1pu, Choqueqnirau y
multitud
de
otros, demuestran naturalmente
y
docu1neutan una gran densidad de la po·
blación de antaño
y
cultura avanzada, pero
no son en todo caso, obras abandonadas y de–
jadas en
medio trabajo en el mon1ento de la
conquista, sino trabajos que se efectuaron
cuando la cultura andina
y
sus
derivacion~s
a ambos lados de la cordillera, estaban en su
mayor auge y en un período en que todo
aquello
y
inucho más era aún realidad indu–
dable, la n1isn1a que hallan1os en el complica–
do folklore que trasmitió el indio y mestizo
con10
realidad a los crédulos castellanos.
Todas aquellas edificaciones del Cuzco ha–
cía n1ucho tie1npo que se hallaban en ruinas,
casi tal como los hallaron los conquistadores,