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con10 las ve1nos_hoy, sólo que
est~
ban usurpa·
das
por los pueblos aborígenes, que
en ép ca
de
la conquista vivían
en
ellas, co1no u su rpa·
ron su antigua t radición, hechos
y
fragrnen·
tos de leyes ,
todo aquello que lo quisieron
hacer
s uyo ante
los
asombrados ojos
de
los
es
pañoles,
a
quienes hicieron
creer
que
tan ta
be ll eza aún se hallaba en acción
y
apli caeión
al arribo de ellos.
Repetirnos,
si
tal hubiera
8ido, no
un
puñado
de nial
ar1nados
españo-·
les~
celosos los
unos contra
los
ot ros,
sin
dis–
ciplina
y
n1oral n1ilitar. hubieran conquista·
do un in1perio
tan extenso
y
tan perfecta111en–
te
organizado
~01110
el
que
las
crónicas
nos
pintan.
Es así
que
si
qu~remos
aproximarnos
en
algo
a
Ja
realidad.
tene1nos
en
prin1era
líu ea
que
can1biar
las cifl'as
cronológicas
de los he–
chos, erección
de
mon u1nentos y organi zación
Pocial perfecta relatada,
y
tras poner a siglos
y
en su
ca~o
hasta
a
nüles
de
años,
el
perío –
do en que
efectiva1nente el Alto
y
Bajo
Perú
tuvieron aquella gran cultura que
conlo
re–
lá1n pagos en núche tenebrosa la vemos tras–
lucir
y
presentilnos
según los
restos de estu–
pendos
monumentos
que aún
palpan1os y el
a1nplio
folklore que nos trasrnitieron, aun
que diastrofiado, los cronistas
y que aún con–
serva
el actual indio,
el que
vi ve, no eorro1n–
pido,
algo
lejos
de
los actuales
centros
y
ciu–
dades
rnestizas.
Repetin1os,
hay
que
consi–
derar
co1no un
Folklore
y
nada
fTláS
que
co1no