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cronistas, podía ofrecer algún viso de verosi-
1nilitud.
_Es
claro
que
todas aquellas fábulas que
les fueron
trasmitida~
de buena
y
mala
fé
por los naturales,
que las guisaban
y
condi–
rnentaban
oo?~f
orme al sabor español de
en–
tonces,
los presentaban confor1ne a las creen–
<:.ias religiosas fanáticas de la época
y
de ma–
n
era de no ponerse en conflicto con el Sauto
Oficio, callando por consiguiente una canti–
dad ele datos, que iban contra las creencias
de la jglesia de entonces.
Sólo con la investigación moderna, escu–
.<lriñaIJdo todo aquello nada inás que desde el
punto de vista folklórico, estudiando la enor–
n1e
cHntidad de restos de ciudades,
pueblitos~
templos, lugares de culto, observatorios as–
ironómicos, objetos arqueológicos, y especial–
n1ente
el
actual
folklore
y
las verdaderas
creencias de los
indios,-se
puede
decir
inna·
tas
y
genuinas en ellos
y
tan puras casi co1no
en la época de la conquista, actualmente cu–
biertas cual einblema
exterior,
con un n1ünto
que es la
religión
ca~ólica
que aparentemen–
te profesan,-sólo investigando todo aquello
con caln1a, sin prejuicios
y
con imparciali–
dad, podrá entrar alguna luz en aquella os–
cura historia de los pueblos que habitaban
esta parte de Sudamérica antes que Pizarro
hollara
el continente.
Por
su
puesto
más có1nodo es para los
li-