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HORAClO H. URTEAGA
" La división chilena hubo, dice Bulnes, de abandonar el
terreno tan gloriosamente conquistado y retroceder al punto
en que permanecía el ejército de granaderos con el arma al
brazo".
Igual rechazo sufrió el ejército chileno en el ala izquier–
da, que hacía frente a Montero. El coronel chileno Barceló ex–
perimentaba ya una derrota y se replegaba sobre su punto de
partida. Sin reserva lo declara así el historiador chileno :
" Los soldados de Barceló, como sus compañeros de la de–
recha ( se refiere a los de Amengua! ) , tuvieron que retroce–
der, batiéndose para apoyar a la tercera división que perma–
necía a la retaguardia, esperando la orden de moverse". Y
agrega: "el fuego intenso había durado más de hora y media.
Habría podido creerse que la batalla estaba perdida por parte
de los chilenos; pero no era así : hasta entonces no había en–
trado en acción más del cuarenta por ciento del ejército chi–
leno ". ( 8 ) . ( Bulnes. Ob. cit. c. XVI ) .
La anterior declaración excusa el comentario. Fué, en
efecto, la superioridad del número, causa principal de la vic–
toria chilena; fué la energía de un ejército descansado, bien
municionado, con elementos de movilidad a todo alcance, con
el mayor poder de sus cañones y la superabundancia de sus
reservas, la que superó al valor heroico de los aliado , que,
no obstante sus desventajas, hicieron, durante toda esa his–
tórica mañana de mayo, vacilar a la fortuna, desesperando a
los jefes chilenos que allí volvieron a admirar la resistencia
y el valor de un enemigo a quien vencieron, no los soldados
numerosos de Baquedano, sino "la crisis histórica de ambos
pueblos que venía
impuesta por leyes
invariables y fata–
les", ( 9 ) , fruto de la mala educación y del egoísmo de lo go–
biernos y de los partidos.
Por fin , diezmados por el nutrido fuego del enemigo, que
se renovaba incesantemente con sus r eservas,
los ejércitos
aliados de ambas alas principiaron a retroceder. Hubo un mo–
mento de suprema angustia para los chilenos. Las fu erzas alia–
das r ecibieron un débil contingente que les enviaba el Gene-
(8) .- El 40 por ciento del ejército er an 5,600 hombres, que lucha–
ban con una fracción del ejército aliado.
(9) .-Alberto Gutiérrez,
La Guerra de
1 79. La Paz, c. III.