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HORACJO H. URTEAGA

Ciencia, forman, en la evolución cultural, una serie cuyos tér–

minos no pueden invertirse.

La fuente monumental proporciona un conjunto de induc–

ciones de orden científ.ico, para descubrir, en la génesis de

las antiguas civilizaciones, ese desarrollo progresivo y gradual

que va de lo más simple a lo más complejo, de las necesidades

económicas, rudas, imperiosas, avasalladoras y exclusivas, a

la ayuda mutua, que se inicia con la formación de la familia

y

el reconocimiento de la ¡:arente.Ja, a la constitución tribal,

al patriarcado, a la superioridad adquirida por cualidades

físicas y morales que inicia el derecho público, y quz subordi–

nando las actividades en beneficio común, obJ.igan al trabajo

en la paz, elevando las defensas, y al sacrificio en la guerra,

que defiende la propiedad y la vida.

Así como una fortaleza es todo un símbolo, que evoca en

nosotros el momento histórico en que se define la vida seden-

Danza de indios yungas. (Dibujo planeado de un huaco).

taria y marca el lindero definitivo, en el curso de las edades,

entre la existencia nómade, incierta y dolorosa, y la vida agl'Í–

cola reglamentaria y pacífica, en la que ya se ha determinado

un estado psicológico colectivo; la preocupación por la dzfensa

mutua y la propiedad agraria y en la que se ha definido una

superioridad fundamental en el orden político, que es la que

impone el esfuerzo ele la masa sociál y la obediencia a pres–

cripciones de finalidad colectiva; así también un santuario,

donde se congregan las multitudes y donde se tributa culto a

una divinidad protectora de la comunidad, es un paso adelan–

tado en esa misma constitución político-social de una agru¡:a–

ción humana. Un santuario, para cuya construcción han sido

necesarios esfuerzos enormes y múltiples, donde han laborado

varias generaciones

y

se han derramado copiosas gotas de

sudor y abundantes lágrimas, compañeras de las plegarias,