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BOCETOS HISTÓRICOS

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revela también, que abandonado el culto del fetiche, protector

del individuo o de Ja horda bárbara, se ha lleg;ado a la concep–

ción de una di inidad de atributos más elevado

y

protectora

de Ja nación,

y

la que no debe amparar las necesidades parti–

culares, sino las generales de Ja colectividad. Un santuario

revela, por lo mismo, el paso del individualismo débil

y

egois–

ta del salvaje

y

del bárbaro, al colectivismo, fuerte

y

olidario

del hombre civilizado, y es el lindero entre la incierta vida de

la horda

y

la existencia de la nación, con gobierno constituído,

religión común

y

territorio propio. Desde e te momento, la

evolución progre iva se marca definitivamente en el agrega–

do humano.

rodas estas reflexione sugiere la contemplación cie esos

majestuosos edificios santuáricos elevados por la piedad de

lo antiguos peruano y que se hallan de parramados en el

Yasto territorio dominado desde remota época por los kechua .

Seguramente, como ocurrió en el antiguo Egipto, la ede reli–

gio a, que era a la vez la ede política. cambió de región en

el curso de e as remotas edades. Cuando la estancia de los

kechuas en la vastas planicies del ollao

y

en las regiones del

Uma-Suyu y del Urco-Suyu, fué Tiahuanaco Ja metrópoli de

esa dominación kechua. Los estudio llevados a cabo sobre los

símbolo de la puerta del Sol, han demostrado con razones,

hasta hoy no contradichas, que esa antigua divinidad vene–

rada por Jo tiahuanaquen es no era otra que el dios de los

abismos i11so11dables,

(

el abismo infinito de las aguas ) : Hui–

racocha ( 2 ) . Ese mismo Huiracocha se adoró también en

las diferente" regiones del imperio kechua. Antes, mucho an–

te de la aparición de los Incas, era la divinidad de los Cana ,

y

su antuario

y

oráculo de Cacha había alcanzado un radio

de influencia con. iderable en toda la región de las serranía

de allende el Vilcanota. Las ruina que se ven ha ta hoy del

célebre antuario, mue tran un e tilo de construcción muy

(2) .-Pablo Patrón,

Huiracocha.

Bueno Aire 1901.