XXXII
OLLAN'l'AY
puedo quejarme de haber venido a parar a un hospital, al contrario;
si aquí me cuidan y me dan alojamiento y comida, ¡,qué más puedo
apetecer~
Lo único que deseo e. llevar a término mis obras empe–
zadas; si es cosa de Dio , Él me devolverá la . alud y me permitirá
hacerlo. >>
Y lleno de mí tica resig-nación y de cristiana paciencia, ometióse
a los designios del Dios a quien adoraba y que le llamó así el día 12
de agosto de 1895, sin haberle concedido la satisfacción del deseo
má vehemente de _su vida; el de ver publicadas sus obra , que, como
decía Ramón Carrillo,
<<
on verdadero te oro de ciencia>>.
Su entierro fué pobre
y
ob curo, como pobre
y
ob cura había sido
su vida. Un modesto nicho del cementerio de Santiag-o acogió sus re -
tos, que después fueron tra ladado al mau oleo de la familia del
doctor Borg-e , de aquella ciudad. Durante u vida no upo tener nada
suyo; y ni aun despué de muerto pudo decir e ele él que era , uya i–
quiera la tierra en que de cansaba.
Pero con la muerte, habíale lleg-ado el día. de la alabanza , esas
a labanzas ue aunque merecida , son las más injusta , porque se re–
servan para.
prodigarla~,
ct,anclo ya nada pueden aprovechar a quien
a d tod,o o matice declicóle en tu ia ta ne-
una pequeña urna para que los re
trasladados a un epulcro especial
y
e le dedica e una placa con la
iguiente inscripción :
AL PRESBh'ERO
MIGUEL
Á
GEL MO 'I
LA LEGISLATURA DE
SAN~'IAGO
INTERPRETANDO LA GRATI'r D AMERIOAJ."'<A
La ceremonia del tra lado de lo re tos fué tan ·encilla
y
tan mo–
<le ta como lo acto de la vida toda del abio filólogo. El diputado
-señor Fed rico Lanne , encargado de hablar en nombre de la legi ·–
l atura, pudo decir con harta
y
lamentable razón: «La ca i de ap r–
.cibida tra !ación de lo re tos del padre !lo i parece indicarno que