MIGUEL ÁNGE L iiiOSSI
XXXI
Y después que, como maestro, ha lanzado e ta severa reprimienda
contra los que considera. como sus discípulos, su corazón se desborda
en el seno de la amistad, y se de pide de su leal amigo con prote tas
del más efusivo cariño. Este es el hombre. Cerebro de sabio y cora–
zón de niño, no es capaz de abrigar nna pasión mezquina., ni aun un
sentimiento que, por más que sea natural, repugna a su condición de
hombre que ha renunciado a í mismo, para sacrificarse en favor de
sus semejantes.
Pero sus virtudes: que eran de oro finísimo, necesitaban contras–
tarse aun más en la adver idad, como piedra de toque. La terrible en–
fermedad que Je había acometido en Atamisqui, iba l.laciendo funes–
t os progresos. Ya no era sólo Ja parálisi de la mano
y
del brazo; sus
mortaies efectos se habían extendido a la extremidades inferiore ,
privándole de todo movimiento y obligándole a confinarse en una cama
del hospital donde prestaba su servicios como capell án.
Fervoro o creyente
y
sacerdote,
SllS
padecimientos parecíanle ex–
quisitos regalos, porque le hacían dig·no ele imitar a su modelo, al
Cristo que se h abía sacrificado por redimir a la humanidad. Al prin–
cipio de su enfermedad había escrito al
señot~
Lafone Quevedo ('):
<<Contesto a lo qu us
el
m,{
le ea, ¡¡;abe· de
i
alnd, que
e-
-va me–
jorando de día en
~ía,
o de
1
e. otro aunque muy des:gaqio, egún
Dios lo tiene dispuesto; y esto por
de<;~ii¡)
que e o·usta mucho más
la enfermedad que la salu ,
i
e la voluntad de Dios;
glorictbo1·úz ·in–
finnitatib~ts
meis 7tt i16't.abz e
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n
Vb1..
bus Ghristi"
to
e
la humil–
dad . >>
Estos sentimientos de cristia111a piedad no l e ¡tbandonaron
durante el curso de n larga y fatig·o a dolencia. El señor Honorio
1\'Iossi, pintor muy celebrado y sobrino del gran filólogo, visitaba a
éste con frecuencia, cuando estaba en el hospitaL Un día, viendo la
pobreza de que estaba rodeado y que sólo era atendido por caridad,
le preguntó: «¡,Cómo es que no ha pensado, durante su vida de pros-·
peridad ahorrar algo para sustentarse en la vejez y no verse ahora
obligado a vivír en un hospital
"1
>>
« Si yo hubiera pensado, -le con·
testó - en reunir dinero, no tendría ahora la tranquilidacl que tengo;
¡,qué importa sufrir privaciones durante la vida, si es tan corta'/ No
Mossi y public6 en su diario la. biografía. del filólogo. Su modcstin. se sintió inquietudn.
por ostl1 publicación. Aludiendo a. ella, lameutábuse de hn.berse equivocado, porque
oreyendo él que iban n. publicarlo s us obms, r esultó que no le publica.rou más que sn
vida.
(') En 1892.