EL PAIS DE LA SELVA
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Flandes ó Italia. Aquí la casa es el rancho saladino; el
tentador, un gaucho que viste lo mejor de sus prendas;
la víctüna, una n1ujer ingenua que no sospecha el
íncubo fatal; el teatro de la acción el bosque mismo
con su ámbito de misterio.
Él y ella vivían en un rincón desierto del monte
familiar. Apartados de las vecinas poblaciones,
la
breña generosa les ofreció venturas. Él, audaz y fuerte,
no reconocía obstáculos en las n1arañas : la fiera perse–
guida
y
el ave incauta cayeron presas de su mano.
Ella, fresca y her ,osa, aco1npañábale
á
veces, ó le
esper.aba en el
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, á la hora del crepúsculo, cuando
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el esposo vol
r. ía
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el botín de la jornada. Y eran
felices en aq e la espesura, mientras hubiera miel
y
caza para sus frugales co1nidas. Algunas tardes, el
varón regresaba con el hacha en la diestra, y en la otra
mano traía la blanca flor del aire, sedeña prez de los
rugosos quebrachos : la hembra le pagaba esas flores
con sus besos ;
y
pasaban las días tras los días, cum–
pliendo la pareja su ley de amor en el seno de la natu–
raleza fecunda. Nacióles después un hijo, y el nuevo
ser alegró las veladas domésticas. Sentados bajo el alar
de la choza, el padre hacíalo cabalgar en sus rodillas,
entreteniéndolo, cua:r;ido aprenQ.ió á co1nprender, con el
tucu-tucu que pasaba rasgando de luz azul la noche de
l~
fronda, ó disb'ayéndolo con las cosas del cielo :