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LOS IV LIBROS DE LA IMITACION DE CHRISTO
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ca rta el l\Iinistro de Carlos III, só lo compa–
rables con las del
Prólogr;
del Obispo de
Barcelona, como nacidas probablemente
unas
y
otras de los compromisos de sus res–
pectivos autores con la cismát ica y mil ve–
ces condenada
Iglesz"a de Utrecht,
pasemos
en seguida al segundo punto que se trata
en esta correspondencia, conviene á saber,
al de si fu é, en efecto, el P. Nieremberg el
verdadero autor de la nueva trad ucción ó
arregJo del Kempis qu e se le atribuye,
6
si
la tal atribución fué puro in vento del cere–
bro del P. Muniessa.
Esto segundo, no desmentido por el se–
ñor Roda, es lo que parece que nos quiere
persuadir el Sr. Climent en su absoluta y
terminante fó rmula de que «desp ues de
muchas diligencias no se ha podido hall ar
otro, ni Jesuita ni no Jes uita, antes del
P. Muni essa, que atribuia tal version al
P. Nieremberg».
A
fe, que no debieron dé ser «much as»
que digamos, ni muy exquisi tas, las
<~ dili
gencias» que hi ciera el Sr. Clirnent para
averiguar lo q ue tan resueltamente nos
afirma, cuando ni él ni ninguno de sus
ami gos
y
corresponsales t ropezó co n un
triste ejemplar siquiera de la edición an–
tuerp iense de
1656 ,
cuya portada en cabeza
este artícu lo, ni de la también antuer piense
de
1664
1
ni de las lyonesas de
1665
y
i 673.
Pu es, á haber logrado ver algún ejemplar
de esas ed iciones, no se escapa ra
á
la pene–
tración del Sr. Climent, ni
á
sus estudios
de cronología ap li cada al cálc ulo, la conse–
cuencia de que, siendo las fechas de
1656,
1664
1
r6 65
y
1673
anter iores
á
la de
167 6,
en que el P. Muniessa aprobaba la ed i–
ción de Barcelona, mal podía ser él el pri–
mer o entre Jesuítas
y
no Jesuítas,
á
quien
se le ocurriera atribuir al P. Nieremberg
una traducci ón que se estampaba , con su
nombre desde hacía veinte años justos.
No veinte precisamente, pero sí diez. asi –
mismo justos
y
cabales, hacía que el Padre
Alonso de Andrade
h ~bía
publicado en Ma–
drid, como continuación de los cuatro del
P. Nieremberg, el
<~Tomo
Qvinto» de los
«Varones Ilvstres» de la Compañía, con la
particularidad de que, como buen discípulo
y
sucesor inmediato del difunto bi ógrafo,
tuvo la atención y delicadeza
le
comenzar
la nueva seri e con la «Vida 9el mvy espi–
ri tval, y ervdito Padre loan Evsebio Nie–
remberg >> (págs.
I-57),
.de la cual, por más
sefias, hay también traducción italiana, im–
presa ya en Venecia el año de
i674.
Pues
bien: el P. Andrade, en ese torno, dado
á
luz, como decimos, en Madrid el de
1666,
pone al fin de la
Vida
del P. Nieremberg
una cláusula, que es sumamente raro que
no ll egara
á
noticia del Sr. Climent, ni aun
á
la de su amigo el Sr. Roda. He aquí lo
q~e
dice, copiada
á
la letra:
<~Porque
mu–
chos desean saber el número y calidad de
las obras, que el Padre luan Ensebio escri–
ui o, se pone el Catalogo dell as, asi ,de las
que dexo impressas antes de su muerte,
como de las que se han impresso despues,
y otras que estan en la Librería del Colle–
gio Imperial de Madrid, sin salir a luz.
L as
que dexo impressas en le11g1t.'.l Castellana,
son las sigztientes.
I
La v.ida de San Igna–
cio, Fundador de la Compañia de Iesus....
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Traduccion de.Contemptus mundi, au–
mentado con alg unas deuociones» ( pági–
na
56) .
Sabid o es, y no hemos de suponer que
fu erao únicamente los Sres. Climent y Roda
los que lo ignoraran qu e el
Con temptus
mundi
del P. Andrad e es la misma ob ra
De la Imitacion de Christo,
aprobada por
el P. Muniessa el año de
i 676,
ósea, de
L os
I V L ibros,
que desde el afi o, cuando meaos,
de
I
6
s6
ll eva al fr en te el nombre del Padre
Nieremberg, y en las h ojas preliminares la
licencia del Provincial de Toledo, el Padre
F ranci sco de Montemayor, fechada y
fir–
mada á 8 de Septiembre de
1654.
¿Es creí–
ble que no supiera el P. Provincial si era ó
no realmente de su súbdito, el P. Nierem–
berg, la traducción cuya impresión autori–
zaba, n i supiera tampoco el P. Andra,de si
era ó no efecti vamente de su maéstro y
compañero la qu e se había impreso y seguía
imprimiéndose con su nombre?
Pero aquí de la crítica y erudición biblio–
g ráfi ca de Climent
y
R oda. Ni Schott, ni
Alegambe, ni Sotuelo ni Nicolás Antonio,
tienen noticia de semejante traducción , ni
ésta se incluye en la colección de ias
Obras
del P . Ni eremberg, ni hay ejemplar de ella