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LOS IV LIBROS DE LA IMITACION DE CL-lRISTO

Pero todavía replican y dicen que en la

Biblioteca, entonces Real y ahora Nacional,

de Madrid no se conserva ningún ejemplar

de la traducción atribuída al P. Nierem–

berg, y, lo que aun es más grave, tampoco

se incluye en la «famosa edicion» de sus

obras «hecha en Madrid en tres tomos de

afolio de marca dedicada al Príncipe Leo–

poldo Archiduque de Avstria».

Es muy cierto esto segundo; mas también

lo es que fué grandísimo desafuero, propio

de Roda , pretender que en una edición

hecha en «Madrid, Por Domingo Garcia y

Morras. Año M. DC. L1», pues ésa es la que

él cita, debiera incluirse, á ser del P. Nie–

remberg, una traducción en que éste aun

no había pensado tal vez, y que ciertamente

no dió á la censura hasta el año de

1654.–

Respecto

á

la Biblioteca Nacional, sólo he–

mos de advertir que no sabemos á punto

fijo, y es posible que nadie lo sepa, de qué

libros se componía por los años de

1774

y

1

77 5; y que, en todo caso, el no hallarse en

ella ningún ejemplar de tan asendereada

traducción, sólo argüiría su escasez y pobre–

za, bien notable au·n hoy en obras que, por

ventura, no faltan hasta en los reducidos

estantes de algunos conventos de monjas.

Ya teníamos este artículo preparado para

enviarlo

á

la imprenta, cuando tropezamos

con una nueva carta del Sr. Climent, de–

masiado importante para que la dejemos

dormir en el olvido. Está escrita á Roda, de

Barcelona y Mayo 24 de

i775,

y sirve de

paso para confirmar lo que ya sabíamos,

por otra vía, de la opinión del Sr. Blasco

sobre

el

invento del Sr. Obispo.

<~Llego

a

recelar (dice éste) que D.n Vicente Blasco

en tres meses no tuvo tiempo para leer des–

pacio mi Prologo de la traduccion de Kem–

pis. Pues en su carta que recibi en el correo

imediato al que escrivi a V. E. supone que

Nieremberg hizo alguna traduccion de

Kempis;

y

en mi Prologo se evid·encia, que

no hizo ninguna, y que la que corre en su

nombre se la atribuyo falsamente Muniesa.

Por otra parte yo he cotejado esta version

con la de Granada, y he visto que es la

misma mismisima con sola la diferencia de

pocas palabras, nacida, de que se valio Mu–

niesa de algun egemplar de la obra de Kem–

pis mas correcto, que el que tu\·o Granada.

Bajo estos supuestos ha de quedar oculto

e

impune el desvergonzado plagio de Munie–

sa? Es a la verdad este delito muy leve en

com~paracion

de los que cometieron los Je–

suitas; pero es de tal calidad, que quiza

prueva mejor que otros su mala fe, y su

avilantez; y yo juzgo, que conviene mani–

festarla, para que se desengañen algunos de

los muchos que los creen impecables. Asi

que desde mi retiro, quando V. E. gustare,

le enviare el Prologo; con la inteligencia,

de que no saldra en mi nor:nbre, sino de otro

Editor,

y

de que pienso distribuir muchos

de los egemplares, que se imprimieren, en

los Conventos de Religiosas.»

Como no parece que necesiten de comen–

tario especial estos párrafos, aunque se pres–

ta á alguno que otro no poco divertido lo

que en ellos se qos cuenta del «egemplar

mas correcto» con que tropezó

el

P. Mu–

niessa, lo de introducir los de la nueva edi–

ción en los «Conventos de Religiosas»

y

lo

de que ésa había de salir á nombre de «otro

Editor», con algunas menudencias más por

el mismo estilo, damos aquí por terminada.

la cuestión, en mal hora removida por

el"

Sr. Climent, sobre el verdadero traductor y

editor ó falsificador de

Los 1 V Libros de la

Inútacion de Chn'sto.