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EXERCICIOS SPIRITVALES DEL B. P. IGNACIO DE LOYOLA

431

dicarlos á su Orden, que por cierto no se

hallaba en el caso de mendigar santidades

ajenas, tratp, á fuer de bibliófilo, de robar

también libros. Desde luego puso sus golo–

sos ojos en los

Efercicios

de san Ignacio, y

teniendo noticias del famoso

Eferátatorio,

viendo la similitud de los nombres, aseguró

á la faz del mundo que los Ejercicios eran

copia del

Ejercitatorio

de nÜestro García

Cisneros. ' El buen P. Constantino, como

bibliotecario que era entonces del Vaticano,

debió limitarse á observar solo el sonsonete

del título de ambas obras; porque á leerlas,

le hubiera bastado el sentido comun para

distinguirla~

y clasificarlas como muy di–

versas.... Todavía, como se nos resistiese su–

poner 'tanta ligereza en el P. Constantino,

hemos seguido examinando cuál pudiese

ser el orígen de su pretension, y creemos

haberle hallado. Existe una obrita intitu–

lada

Ejercicios espiri'tuales sacados de las

obras de los venerables Padns Fr. García

de Cisneros, Ludovico Blosio y Fr. Antonz'o

Alvarado, abades de san Benito.

Así el títu–

lo de esta obra corpo su contenido se pare–

ce algun tanto á los

Efercici'os de san Ig –

nacio:

pero es de notar, y aquí está la solu–

cion de la dificu'ltad, que la citada obrita se

imprimió por la vez primera (segun el

P. Navarro, monje benedictino) en Sala–

manca en

I

583: es decir, cuando ya

el

mun–

do entero tenia noticia de los

E¡ercicios de

san Ignacio

publicados medio siglo

[?]

an–

tes. Acaso dicha obrita sea la causa inocen.

te del error, si es que en este asunto se pro–

cedió de buena fe, como debe suponerse por

caridad mas que por rigorosa justicia. Si

alguna sombra de duda pudiese quedar,

confiamos la desvanecerá la mas somera

lectura del

Fjerci'tatorio....

»,'

dice D. Julián

González de Soto en las

Noticias

que ante–

pone al

Fjerátatorio de la Vzaa espiritual

compuesto por el R . P. Fr. Francisco Gar–

cía de 'Cisneros, Abad del Monasten'o de

l'v~uestra

Se•1ora de Monserrat. Adici'onado,

anotado

y

aclarado

(págs. vm-x).

Sin embargo, no fué el verdadero ó su–

puesto Constantino Cayetano quien prime–

ro puso en pleito la legitimidad de los

Exe1·cicios

de San Ignacio, ni había de ser,

por desgracia, el úl ti roo que se esforzase en

mantenu la opinión verdaderamente des–

cabellada de que los había tomado del

Exercitaton'o

de Cisneros. «It was Authony

Yepes (d. 1621) who, in his History of the

Benedictine Order, contended that St. Ig–

natius had not composed the Book of the

Exercices till after his theological studies,

and furthermore that he had rather newl y

edited the "Exercitatorium spirituale" of

Garcías Cisneros, abbot of Montserrat

(d. I 510), than written a new work; this

book was refuted by Father Ribadeneira in

a letter dated April 18, 1607. But in

i

641

appeared in Venice the work of the Bene–

dictine abbot Constan ti ne Cajetan (r 560-

1650) "De religiosa S. Ignatii si ve S. Enne–

conis per Benedictinos institutione, deque

libello exercitiorum ejusdem ah exercitato–

rio Garcire Cisneri magna ex parte desum -

pto''. On March,

10,

r 645 (or 1646), Caje–

tan granted that he was the author of the

book, but denied that he had published it.

On the part of th'e Society the work

~vas

answered by Father John Rho (d. 1662) in

his "Achates ad Const. Caetanum, Lugd.

I

644". It is a curious fact that both books

were placed on the Roman Index, though

it is claimed that Father Rho's work met

with this fate on account of its vehement

tone or its defence of Father Nieremberg's

legendary "Vida de San Ignacio" (Sara–

gossa, 1631), wich was also censured. Mean–

while, the Benedictine Congregation of

Monte Casino had on April 23, I644, sent

an apology for Cajetan's book to the So–

ciety of Jesus, and the Congregation of

Portugal followed the same conciliatory

policy in r 645, Oct. 29, after the Benedic–

tine Friar Leo a Sancto Thoma had pu–

blished a work in which· he adhered to Ca–

jetan's opinion. The Society formally than–

ked the Order of St. Benedict for these

apologies in the 13th and 26th decree of

the eighth General Congregation held in

1646. After this, there was only one more

voice that renewed the contention of Ca–

jetan: the Benedictine monk George Argaiz

de Logroño in his ''Historia de Nuestra

Señora de Monserrate" (Madrid,

J

677),

endeavored to vindicate the Exercices as

the property of his Order; but his work