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ORAZlONE FUNEBRE
en sufrirlas, y de su gran literatura Pio VI,
que felizmente gobierna la iglesia, le hi zo
obispo [de Citta Nova, y luego] de Lesina»
(r,114).
No podía declararnos más explícita y ter–
minantemente Hervás la inteligencia en
que estaba de que había dos diversas
Ora–
ci'ones Funebres
sobre el mismo asunto «del
dicho Lorenzo Ricci»; pero es muy de sen–
tir que, así como nos conservó el título de
la del P . Marti, no nos haya conservado
también el de la del P. Stratico, para que de
ese modo las disting·uiéramos mejor si real·
mente eran diversas, como él supone, ó nos
convenciéramos por sus mismos datos, de
que pudieran muy bien ser una sola, como
tenemos por indudable que lo son.
Y aquí se nos ha de permitir que, antes
de que pasemos á exponer las razones que
nos mueven á ello, copiemos unos párrafos
del
Diario
del P. Luengo, que, además de
lo que sirven directamente para nuestro
intento, merecen ser conocidos, por su in–
terés histórico y bibliográfico. «A la metad
{dice) del mes de marzo se dexo ver en esta
Ciudad de Bolonia, viniendo desde Floren–
cia, un sermon dt'{ honras, u Oracion Fune–
bre de nuestro difunto General el P.e Lo–
renzo Ricci. Su titulo es el siguiente:
Orazione Funebre recitata in Breslavia... .
1776.... No es creible el ansia,
y
empeño
con que se ha buscado entre nosotros este
librito, del qua! han llegado mui pocos
exemplares, el gusto, y complacencia con
que se ha leido, y mucho menos podria
~x
plicar, aunque me empeñara en ello, los
elogios, y grandezas que se dicen del. A
esto puede ayudar mucho el abatimiento
mismo en que nos vemos, y el que estando
acostumbrados a no oir sino -improperios,
maldiciones, y blasfemias, ha causado una
especie de alborozo, y un t ransporte de
alegría, que ha prevenido, y dispuesto los
animos de todos, para que todo agrade en
e te librito, todo se alabe, y se levante has–
ta las nubes....-No era necesaria muí pro·
funda penetracion para conocer, que esta
Oracion Funebre no era lo que parecía,
y
desde los primeros días, en que se empezo
a leer entre nosotros, se oian cien razones,
que demostraban, que no podia ser origi-
na! en la lengua alemana, ni h;i,verse pre–
dicado en la Silesia.... : se sabe con toda
certeza, que esta Oracion Funebre del
P.e Ricci,
y
apología de la Compañia de Je.
sus, es original en el italiano ; y se sabe con
la misma seguridad, quien es el author, que
la ha. compuesto, y ha solicitado, que se
imprima.-Sin duda, que luego se les ofre–
cera a todos, que el author de esta Oracion
Funebre sera uno de tantos h ijos del P.e Ric–
ci,
y
de la Compaüia, de talentos para ha–
cerla, ociosos, y desocupados, que ha queri–
do hacer este ultimo filial obsequio a su
piadoso Padre, y a su ilustre, inocente y
tiernissima Madre. Pues no es assi, y todos
se engañan. Por lo menos sera algun Ec·
clesiastico sabio, e instruido, disci pulo de
los Jesuitas, y afecto de la Compañia de
Jesus, que ha querido mostrar su agradeci–
miento para con los que le criaron, y ense–
ñaron, y desfogar su amor para con la mis–
ma Compañía, publicando este librito en
elogio suyo,
y
de su ultimo,
y
desgraciado
General. Pero tambien s·e engañan. Quién
pudiera creerlo, ni aun sospecharlo? El
author de este bello elogio del difunto
P. Ricci, y mas expresivo de la extinguida
Compañia de Jesus, es un Religioso grave,
y
authorizado.... Es el P.e Maestro Domini–
co Stratico en su lengua italiana, de la Re–
ligion de Santo Domingo, Maestro de Sa–
grada Escritura, y de Lengua Griega en la
Universidad de Sena en la Toscana.. ..; y yo
aqui en nombre de todos los Jesuitas, con
quienes trato, y a quienes he oído hablar
sobre el asunto, le doi mui de corazon tier·
nas, y expresivas gracias por su obsequio
para con nuestra oprimida Madre la Com–
pañia de Jesus.-No hizo el Author animo,
aunque no puso su nombre a la frente del
libro, a quedar oculto por mucho tiempo;
pues del solo se puede haver sabido el se–
creto, o clave para encontrar su nombre
en la misma Oracion Funebre, y es la si–
guiente. Al fin de la primera llana, empie·
za un periodo con esta palabra
Doveva.
De
ella se torna la primera letra, que es
D;
y
lo mismo se va haciendo por los quince
periodos siguientes,
y
juntando las prime–
ras letras segun se van encontrando, sale
este nombre,
y
apellido
Domem'co Sh-atico.