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REL TIONE BRE\ E DEL P. DIEGO DE TORRES
Rubio, el autor de que tratamos, con el
P. Diego de T orres Bollo, y atribuyendo
á ambos las mi mas obras....», di ce Medina
en su
BibHogr. espaii. de las I slas Filipinas
(pág. 97, n úm. 39).
En
efecto: h ab la primeramente Fernán–
dez Duro de un P. Dieao de Torres
(á
secas) que, según él, «publicó un libro titu–
lado
Didaci Torren.sis . R elatio historica
rermn ajmd Indos in provi11cia Perua11a
gestarwn
(Roma por Zaneti, 1603, en 8.
0
)»;
y además ot ra obra que «se titula :
Breve
relaciou delfnito qtte se recoge de los 11zdios
del
P erú:
1604, en 4.º La primera se tra–
dujo al francés
e
te mi smo año de i604»
( pág. 53 1, núm. i 109). P ero
á
la vuelta
nombra ya al
P.
Diego de T orres Bollo,
de quien dice lo siguiente: «Escribió en
ita liano y latín una obra titulada :
Brevem
relatt'o11em
!ti
to1·icam rerimi
in
j>roviuúa
f>erua11a apud Indos
a
pab·ibus Soctetatis
:fesu gestarum:
R oma, 1603, y Maguncia,
1604» (pág.
532
1
núm. r11 1).-Extraño es
por demás que Fernández Duro no cayera
en la cuenta de que la
Brevis relatio ltisto–
rica
del
P.
Torres Bollo podría muy bien ser
la misma
R elatio historica
del P . Torres,
ni tuviera proporción para ver alguna de
us muchas ediciones para cerciorarse de
que una y ot ra eran también idénticas á la
B reve
relacio~i
del fruto,
poniéndose a í
en camino de sacar la consecuencia de que
era sólo una la ob ra que partía en tres , y
uno mismo, por consiguiente, su autor : el
P. Diego de Torres Bollo, que era el que le
convenía
á
él que lo fuese.
Pero antes de probarlo, se no ha de per–
mitir quesaquemo aquí á la vergüenza pú–
blica un juicio inconcebible en bibliógrafos
de alguna nota , que hallamos en el
Supplé–
ment
de Deschamps y Brunet.
<<
I1 y a bien
de remarquer (dicen éstos, parafraseando
ri ículamente lo que nos indicaba Leclerc
en el núm. 5 24) que deux peres de la com–
pagnie de
Jé
us, portant le meme nom
vinrent, au dire de biographe et biblio–
graphe spéciaux la meme anné a R ome,
qu'ils
y
fir nt imprimer, \'un une histoire
du Pérou l'autre une g rammai re Quichua
-
,
en 1603
t,
hose encere plus extraordi-
naire que tous dtux. e donnerent le mot
pour mourir la meme année, 1638. Cette
sér ie de coincidences nous semble si pro–
digieuse, que nous n' en admettons pas un
mot, et jusqu 'a ce qu 'on nous administre
une preuve péremploire nous croirons et
nous soutiendrons que ie P . Diego de Torres
Rubio, mi ssion na ire au P érou , procureur ·
de son ordre a R ome
qui retourna en
mérique pour fonder la mission du Pa–
raguay, et mourut agé de 87 ou 88 ans
a
Buenos-Ay res
en 1638
1
est
l'auteur de
l'Arte de
In
lengua Qmdma,
de
\'Arte de
la lengua Aymara
et de la
R elation del
P érit»
(11 ,
778).
Nos atrevemos á dar
á
los Sres. Des–
charnps y Brunet un consejo, que puede
serles muy útil en el caso de que les venga
tentación dé reproducir ó continuar su,
por lo demás, apreciable
Stple·mento.
El
consejo se reduce
á
recomendarles que, ya
que no quieran rebajarse á hojear las histo–
rias y bibliografías de autores de la Com–
pañía, que han puesto singular empeño en
distinguir, con datos certísimos y «pruebas
perentorias», entre los PP. Diego de Torres
Rubio y Diego de Torres Bollo, lean si–
quiera, entre otros varios,
á
Torres Sal–
damando, que escribe la
Vi·da
del primero
en las págs. 79-81, y la del segundo en las
111 -
I
19 , de
L os antiguos :fesuitas
del
Perú,
y además la del P. Diego de Torres
Vázquez, en las 178-194; pues, como allí
mismo se previene con toda advertencia,
y
á manera de introducción, «Tres jesuítas
igualmente notables, y que tuvieron el
mismo nombre , prestaron al mismo tiempo
sus servicios en la Provincia del P erú ¡ tres
ilust res sacerdotes cuyos rel evantes méri–
tos, virtudes ejemplares y escogida ciencia
han perpetuado su memori a . Son éstos los
Padres Diego de Torres , á quienes· se di s–
tingue hoy agregándoles su segundo ape–
llido de Bollo, ·Rubio y Vazquez» (pág. 79) .
Esto a entado, ¿cuál de los dos primeros
debe considerarse como autor de la
Rela–
tione
puesto que no hay quien haya soñado
en atribu írsela al tercero? Ya hemos visto
que Medina se resuelve por el P . Diego de
Torres Rubio, famoso por sus dos
Artes
de
las lenguas Quichúa y Aymará ; y con Me–
dina podemos asegurar que sienten de or-