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HUELVA ILUSTRADA

241

dos

per

non usum.

Nos averigua el obscuro

y enredoso número de sus templos,

y

saca–

rémos que son cinco..... Cuenta todas las

memorias de misas y capellanías que deja–

ron fundadas sus piadosos fundadores. Sus

casas, sus vecinos, sacando cuatro mil y tan–

tos en un plan infalible y exactísimamente

sumado con notable sorpresa de nuestra

impericia, que jamas ha sabido sacar mas

que mil y ochocientos..... Nos ense11a 'cómo

se llamaron sus antiguos ordinarios ó arrie–

ros, que fueron hombres de bien y dieron

su nombre á ciertas calles; que este pueblo

fué habitado por algunos hombres gigan–

tescamente agigant?:los, porque vió unas

canillas procesaras, mayores que las que

guarda en Carmona la curiosidad del mar–

qués del Saltillo..... Hace mencion de las fa–

milias ilustres de Huelva, que maliciosa–

mente callaron Margado y otros genealo–

gistas ambiciosos¡ y especialmente trae la

ascendencia de los Garrochas hasta entron–

car en la montai'ia con un notario llamado

Bastian Garrocho, cuya familia se las apueslóa

á

los Cevallos del Infante D. Pelayo que se

pasearon por Jerasalin," etc. Y continúa

por este estilo la crítica de la historia.-He–

mos insertado estos párrafos (añade Muñoz

y R omero), porque habiendo preguntado á

algunas personas eruditas acerca ·de esta

obra, dudaban de que se hubiese escrito»

(pág. 139, núm.

2).

También hemos creído nosotros conve–

niente reproducirlos, aunque tan largos, y

abultados quizás á su placer por el irónico

panegirista, para que se cotejen con ellos al–

gunos otros de los que hallamos en la

Huelva

Ilustrada ;

como, por ejemplo: «En la mis–

ma Huelva.... se descubrio en nuestros tiem–

pos vna canilla tan disforme, que solo pudo

ser de algun Gigante», dice el Sr. Mora

(págs. 19-20); el cual, refiriéndose á una

«Calavera descomunal» que dicen apareció

en unas cuevas, añade que «se descubrib

otra Calavera semejante, cuyo ambito era

como un harnero, y aviendola hecho peda–

zos los. muchachos, conservaba sus mons–

truosas muelas el buen gusto del Marques

del Saltillo» (pág.

20).-«....

fuera de lo di–

cho en toda la Historia Romana, en sus

Conquistas, Reencuentros, y Sucessos me-

TOMO III.

morables, yo no encuentro memoria alguna

de Onoba [es decir, Huelva], con que enri–

quecer esta Historia. De las <lemas barbaras

aciones, que sucedieron

a

los Romanos,

Silingos, Vandalos, Suevos, Alanos, y Go–

dos, aun tenemos menos noticia de si con–

servaron aOnoba

b

la destruyeron» (pág.

30).

-«El Pueblo se reparte en

39.

Calles,

86..¡..

Casas.... Ay

40593

res decir ,

4593]

perso–

nas de confession, sin contar, primero los

parvulos: segundo, las personas Religiosas,

que, quando esto se escribe, se cuentan en

el Convento de

R. R.

Madres Agustinas

Calzadas,

30:

en la Merced Descalza,

30:

en

la Victoria, 14., y en S. Francisco

25.,

sin

contar sus Sirvientes: tercero, los Clerigos

Ordenados

in sac1·is,

que.son de

25.

a

30.

y

12.

de menores, con sus Familias'>) (pág.

138).

Además, para la inteligencia de lo que

en la

Huelva vindicada

se critica de la des–

cripción interior y exterior de la población,

véanse las págs. 1-16, 45-55 de la

Huelva

Ilustrada¡

para la «sucesion chronológica

de sus señores »

1

las págs. 3

7-44;

para los

Privilegios, tanto reales como señoriales,

las págs.

56-66

y

67-73;

para

'la

enmara–

ñada clasificación de Iglesias, Comunidades

religiosas y Santuarios, las págs. 150-174;

fijándose en las 151

1

161, 163

1

con más las

JO-II

de las

Noticias,

para lo de misas y

fundaciones piadosas; para las familias é

hijos ilustres de Huelva, las págs.

9-28

de

las mismas

Noticias,

particularmeme las

24-28

1

donde se trata con especial recomen–

dación de los Garrochos, celebrados ya á

las

60-62

de la obra principal.

Quien quisiera hacer otro «panegírico iró–

nico» de ella á la manera del que aparece

en el

Sumario

fmntzeal,

parécenos que, á

j

uz–

gar por la muestra que de él nos da

Mmi.oz

y Romero, tendría muy poco que cambiar

en el anónimo. Tal es la semejanza que ha–

llamos en lo que conocemos de una y otra

Huelva,

pues no puede dudarse que son dos

realmente distintas. La del P. Hierro debía

de ser, por lo visto, más voluminosa, y en–

trar en algunos pormenores que faltan en

la del Sr. Mora, como el de los arrieros que

dieron su nombre á ciertas calles, el del

notario montañés Bastián Garrocho, y el

de algunas alusiones, tal vez, á los historia-

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