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CLXlll -

Aseguramos, en fin , que el mnco objeto del

Va.clemécnm es glorificar

á

Dios

y

salvar

á

las

almas.

En verdad,- si hemos dicho nna que otra pala–

bra dura, ha sido por el fin expresado. "Me parece

que, con

la

ayuda de Dios, he cumplido en esta obra

con mi deber. Los que piensan que falta algo cn ella,

ó los que creen que hay demasiado, perdónenme ; mas

quienes juzgan que la obra es suficiente, no me felici–

ten

1t

mí, sino que conmigo den gracias

á

Dios."

1

"Por

tanto, al Rey de los siglos inmortal, invisible, al solo

y único Dios sea dada la honra y la gloria por siem–

pre jamás. Amén." (I 'rim.

1, 17.)

Agradecernos al Rev. Padre 1'eodoro Reul, Superior

del Seminario Mayor, quien, con us va tos conocimien–

tos teológicos, no ha ayudado

á

resolver mucha difi–

cultades teóricas con las cuales hemos tropezado en la

redacción de la presente obra. Asimismo damos gracia

al Se1ior Raimundo Torres, Vieario foráneo de Lataenuga,

que, con su experiencia adquirida en el ministerio, nos

ha servido como de guía en las cuestiones práctica .

Quito,

en la fiesta de la Natividad de ) a

Santísima Virgen María,

1901.

1

S.

A.UGUSTINl'S,

De Civitate Dei

l.

XXIl, c. 30, n. 6:

·' Videor mihi debitum buius ingentis Operis, adiuvante Domino,

rccldidisse. Quibus parum, ve! quibus ni111ium e t, mihi igno–

scant, quibus autcm satis est, non mibi, sed Deo mecum gra–

tias congratulantes agant. Amen."