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p1:eguntados, se pasar<í. al interrogatorio. Con este objeto
hemos puesto en el Vademécum un examen de con–
ciencia. Mas no hay que hacer todas las preguntas
que se encuentran en este examen, ni tampoco hny
que interrogar solamente lo que e halla en él ; sino
que se preguntará lo que probablemente podrá haber
cometido el penitente. Para esto quiere dar la direc–
ción este examen de conciencia. --
Mas
no juzgnmos
lícito dar á todos los confesados la misma penitencia,
y rezarla después junto con ellos ; porque este modo
de pl"oceder sería contra el principio de que la peni–
tencia debe ser conforme á los pecados, pues aunque
las confesiones de los indios son muchas veces seme–
jantes, no son iguales,
y
de consiguiente hay que im–
ponerles penitencias diferentes. Además tal procedi–
miento sería, en
í,
violación de sigilo, aunque los in–
dios no lo noten. P ero e nos dirá: Al no hacer rezar
,¡
los indios juntos una penitencia común, se van sin
cumplir la penitencia impuesta. Para evitar que suceda
tal cosa, se debe instruirlos con cuidado, y si
á
_pesar
de esto' temiéramos qne uno que otro por estupidllz no
cumpliese la penitencia, le impondríamos una pequeíia,
p. ej. un P.adreuuestro, y la rezaríamos con el penitente
en el confesonario mismo, antes de dar la absolución; pues
la Iglesia misma ha disminuído las penitencias antiguas
para qne los cristiano frecuenten los sacramentos, y en
fin es mejor rezar una penitencia peqae1ia que ninguna.
Antigua costumbre española es que el enfermo
haga antes tle recibir el Viático
una
¡n·ofesión de