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admirable aquellas virtudes que en la sociedad
y
trato
de familia resultan de los oficios mutuos
ele
caridad,
de la santidad de costumbres
y
del ejercicio de la
piedad. De aquí es que fné esto una singular provi–
dencia, pues cada cristiano de cualquier lugar
y
con–
dición, mirando á ella, hallará fácilmente motivo é im–
pulso
á
la pnlctica de todas las virtudes. Los padres
de familia tienen en San José una norma esclarecida
de paternal vigilancia y providencia; las madres tienen
en María Santísima, Madre de Dios, ejemplar acabado
de amor, pudor, sumisión y fidelidad perfecta; los hijos
de familia tienen en Jesús, que 'estaba uj eto
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ellos',
no modelo divino que admirar, venerar é imitar. Los
nobles aprenderán de la familia de sangre real el modo
de moderarse en las prosperidades y de conservar la
dignidad en la adversidad: los ricos conocerán que las
virtudes se han de preferir á las riquezas. Los obrnros,
y cuantos principalmente en nuestros tiempos tan acre–
mente se irritan por la escasez de recnrsos y por su
condición humilde, si atienden á los santísimos Con–
sortes; no. les faltarán razones para gozarse mas bien
que entristecerse de la suerte que les ha cabido. Por–
que con la sagrada Familia tienen de común el tra–
bajo,
y
como Ella han de atender al sustento coti–
diano; pues tambiéu San José vivía de su trabajo,
y
hasta las manos del Hombre-Dios se ejercitaron en el
taller. No es, pues, de admirar si los hombres sapieu–
tísimos, abundando en riquezas, las renunciaron prefi–
riendo ·ser pobres con Jesús, María
y
José. Siendo
esto así, éon razón se aumenta
y
crece cada día en_tre