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Clll -

admirable aquellas virtudes que en la sociedad

y

trato

de familia resultan de los oficios mutuos

ele

caridad,

de la santidad de costumbres

y

del ejercicio de la

piedad. De aquí es que fné esto una singular provi–

dencia, pues cada cristiano de cualquier lugar

y

con–

dición, mirando á ella, hallará fácilmente motivo é im–

pulso

á

la pnlctica de todas las virtudes. Los padres

de familia tienen en San José una norma esclarecida

de paternal vigilancia y providencia; las madres tienen

en María Santísima, Madre de Dios, ejemplar acabado

de amor, pudor, sumisión y fidelidad perfecta; los hijos

de familia tienen en Jesús, que 'estaba uj eto

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ellos',

no modelo divino que admirar, venerar é imitar. Los

nobles aprenderán de la familia de sangre real el modo

de moderarse en las prosperidades y de conservar la

dignidad en la adversidad: los ricos conocerán que las

virtudes se han de preferir á las riquezas. Los obrnros,

y cuantos principalmente en nuestros tiempos tan acre–

mente se irritan por la escasez de recnrsos y por su

condición humilde, si atienden á los santísimos Con–

sortes; no. les faltarán razones para gozarse mas bien

que entristecerse de la suerte que les ha cabido. Por–

que con la sagrada Familia tienen de común el tra–

bajo,

y

como Ella han de atender al sustento coti–

diano; pues tambiéu San José vivía de su trabajo,

y

hasta las manos del Hombre-Dios se ejercitaron en el

taller. No es, pues, de admirar si los hombres sapieu–

tísimos, abundando en riquezas, las renunciaron prefi–

riendo ·ser pobres con Jesús, María

y

José. Siendo

esto así, éon razón se aumenta

y

crece cada día en_tre