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El licenciado Batres
J
áuregui, hablando de esta
palabra
coco,
dice:
''A cerca de la etimología de esta
palabra dice Oviedó
(
Sumari·o, capítulo
65) que "el
nombre de coco se les dijo porque en aquel lugar
donde está asida del árbol aquesta fruta, quitado el
pezón deja allí un hoyo, y encima de aquel tiene
otros dos hoyos naturalmente, y todos tres vienen
á
hacerse coffio un gesto,
ó
figura de un monillo que
coca,
y por eso dije
coco".
Covarrubias en el Teso–
ro de la Lengua Castellana, publicaba en Madrid,.
en
I
611,
dice: "El nombre de
coco
se lo dieron los.
españoles, por el gestillo que se figura con los tres.
ag ujeros, que parecen ojos y boca: en razón de que
ordinariamente llamamos
coco
una postura de rostro
cual la tiene la mona cuando
d~
á
entender estar
enojada, y hace un sonido en la garganta de
co,
co~·
de donde se toma el nombre de
coco
y de
cocar" .
El
nombre de tal fruta no viene, pues, del griego ni
del latín, como lo aseg ura el Diccionario de la Aca–
demia".
( Vici os del L enguaj e, p.
I
78.)
Es muy ingenisa la explicación que dan Oviedo
y
Covarrubias respecto al origen de la palabra
coco,
nombre que también se ha dado en España
á
un
ente imag inario con que se intimida
á
los niños (
1 ) ;
pero me hace fuerza que · siendo el
cocotero
uno de
los más hermosos árboles de la América tropical, no.
haya recibido nombre alguno de los N ahoas ni de
(1)
E l m ismo Cobarrub ias dict en el ar tíc ulo
coco
de su
Tesoro.·
"En lenguaje de los niños. vale ·figura q ue causa espanto,
y
ninguna
tanto como las qu e están
á
lo oscuro ó muestran color n egro, de
cus,
nombre propio de
Can,
qne reinó en la E tiopía, tierra de los n egros.'"
E l
coco,
como nuestro
cuco,
como el
<ruaguá,
el
bu,
el
duende,
el
can–
cón,
el
moro,
los
j udíos,
la
mano negra
ó
p e.luda,
el
zip itil!o,
el
som–
brerón,
la
cig·1tanaba,
el
cadejo
etc. etc., son séres fantásticos que con
diversos nombres ha creado la fecunda imaginación d 1 pu eblo, y en
cuya existencia, antes admitida
á
pie juntillas por los i gnorantes
(y
h as ta por algunos que no lo eran) , hoy solo los niños
y
algunos
espi–
ritistas
creen.