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ambos continentes. Desde luego es inadmisible qu
haya sido importado del Asia
á
América, como pre–
tenc;len algunos, ya que el trigo, que se ha cultivado
en Asia desde tiempo inmemorial, era desconocido
en este continente.
Parece más verosímil que sea
común
á
ambos Mundos,
á
pesar de las objecciones
de M. Caudolle á este respecto, por que consta, por
una parte, que los otornies, los nahoas, los maya –
quichés, los quichuas, etc. etc., cultivaban el maíz
desde muchos siglos antes del descubrimiento d
América, y, por otra, M. Bonafous, en su
H ,istm:re
naturelle ag·ricole
et
économzºque du maú,
refiere que
en
1819
se encontraron en Tebas, dentro de la caja
de una momia varios granos de
maí_~,
lo que prueba
que este vegetal era conocido en Africa hace más
de cuarenta siglos. M. Bonafous opina que fueron
los árabes, ó bien los cruzados, quienes importaron
el maíz
á
Europa,
y
que esta planta era cultivada
~n
China y Egipto desde tiempo inmemorial. M.
Candolle . (
Orzg·ine
des plantes cztltivées, p.
JI5)
ha
recogido la interesante noticia de que se hallan gra–
nos de maíz en los
1nounds
de la América del Norte
y
en las tumbas de los Incas; Darwin
(De la va–
riºatz"on, I. p. I27)
cuenta que encontró espigas de
este cereal en una parte de la playa del Perú, que
se levanta en la actualidad á 85 piés sobre el nivel
del oceano.
"El Comercio," diario de Lima, en su
número correspondiente al
9
de febrero de
I
877, re- ·
firiéndose á "El Siglo de Montevideo." dice: "El
ilustrado médico francés Mr. Brulaut, residente en
Tucumán, desde hace muchos años. ha comunicado
telegráficamente con fecha 6, el descubrimiento en
Santa María, punto de aquella provincia, de cata–
cumbas pertenecientes á la época prehistórica de es–
ta
par~e
del nuevo m·undo,. las cuales ocupan una