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ESTUl>IOS
INDIGENAS~
llletidas tuvieron que abandonar sus nombres conoci–
dos y aceptar los impuestos por el vencedor. Res–
pecto de los pueblos de Venezuela, la impor.tacion de
vocablos antillanos no the tan notable, pues por las
eomunicaciones establecidas entre nuestras costas y el
a rchipielago, {tntes de la llegada de los castellanos,
multitud de voces antillanas eran conocidas de los
p ueblos costaueros situa.dos sobre el parelelo 10°; to–
dos de un mismo orfgeu, aunque con dialectos mas 6
menos diferentes.
Establecidas estas generalidades, vamos
a
ocupar–
nos en el estudio de la silaba
g
1
u,ci
6
hiia
en todas
las acepciones que tiene en las lenguas guarani, que–
chua, muysca, y en algunos dialectos. Pero antes de–
b emos advertir que, como en el idioma quechua 6
p eruauo no existe la consonante
g,
toclas las voces
de esta lengua,
€ll
las cuales figura la
g
hiriendo al
d iptongo
ua.,
no son sino corrnpcion de la raiz que–
chua
huct,
sin perder por esto las acepciones del idio–
ma de dondf' se originau aquellos vocablos. El
hita
quechua tiene menos fuerza que el
guct
guarani,
caribe 6 muysca: ' pen> como el uso los ha confuudi–
do, sucede que ambas silabas se han refundido en una,
a unque la pronunciacion y ortogra.fia sean diferen–
t e,S.
(1)
J-'a acepcion principal y la mas sencilla de la sfla–
ba
hiut
entre los Quechuas,
y
la mas conocida de
los pueblos de Venezuela, es aquella en que se la emplea ·
como inteijeccion.
(1) La, ortografia d e la silaba
giui
cambia segun la
n acion americana que la emplea. En unos casos la pronun–
ciacion es suave, fnerte en otros, pues el acento ca.e sobre
la
ai
6
sobre la
a.