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Z, MARCAS

cables concordancias ó visibles contrastes que sor–

prenden; muchas veces se han revelado por el nom–

bre correlaciones lejanas, pero eficaces y que han

producido su efecto. Nuestro globo está lleno y todo

depende de ellas. ¡Quién sabe! acaso algún día se

volverá al estudio de las ciencias ocultas.

{No veis en la construcción de la Z una marcha

contrariada? {no representa el zigzag aleatorio y fan–

tástico de una vida atormentada? {Qué viento ha so–

plado sobre ePa letra que, en todas las lenguas de

que forma parte, apenas domina en cincuenta pala–

has~

Marcas se llamaba Zurbano. San Zurbano es

un santo muy venerado en Bretaña. Marcas era, pues,

bretón .

Examinad aún este nombre : ¡Z. Marcas! Toda la

vida de este hombre se resume en el conjunto fantás–

tico de estas siete letras. ¡Siete! el más significativo

de los números cabalísticos. Este hombre murió á los

treinta y cinco años, de modo que su vida se com–

paso de siete lustros . ¡Marcas! {No tenéis idea de

algo precioso que se rompe al caer, con ó sin ruido?

Acababa yo la carrera de derecho en París, en 1836.

Vivía entonces en una posada destinada únicamente

á hospedar estudiantes, una de esas posadas cuya

escalera da vueltas en el fondo, alumbrada primero

por la luz que penetra por la puerta de la calle, des–

pués por días de sufrimiento , y por fin por la luz de

fa claraboya. Había allí cuarenta cuartos amueblados

como se amueblan los cuartos destinados á estudian–

tes. {Qué más necesita la juventud que lo que había

allí?: una cama, algunas sillas, una cómoda, un es–

pejo y una mesa. Tan pronto como ve el cielo azul.

el estudiante abre su ventana. Pero en aquella calle

no había vecinas á quien cortejar. Enfrente el Odeón,

cerrado hacía ya mucho tiempo, opone á las miradas

sus Rilredes que empiezan á ennegrecerse, las ven–

tanitas de los palcos y su gran tejado de pizarra. Yo

no era bastante rico para tener un buen cuarto, y ni