Z. MARCAS
AL sEÑOR DON GuiLLERMO DE WuRTEMB&RG
Como una prueba de la respetuosa gr.¡titud del autor.
No he visto nunca, ni aun entre la
ger.temás no–
table de aquel tiempo, una persona cuyo aspecto fuese
más sorprendente que el de aquel hombre. En primer
lugar, el estudio de su fisonomía inspiraba un senti–
miento lleno de melancolía, y acababa p01 producir
una sensación casi dolorosa. Existía cierta armonía
entre la persona y el nombre. Aquella Z que precedíá
al Marcas, que se veía en la dirección de sus cartas
y
que no olvidaba nunca en sus firmas , aq 'Qella última
letra del alfabeto ofrecja al alma un no sé 4ué fatal.
¡MARCAS!
Re!ipetios .este nombre compuesto de dos
silabas;
{DO
le encontráis una significación siniestra?
{DO
os parece que el hombre que lo lleve tiene que
ser
martirizado~
Sin embargo, aunque raro y salvaje,
este nombre tiene derecho á pasar
á
la posteridad:
está bien compue-s to, se pronuncia fácilmente y tiene
esa brevedad que exigen los nombres célebres . {No
es tan dulce como extravagante?; pero
{DO
os parece
también que está sin acabar? No seré yo ciertamen te
el que asegure que los nombres no ejercen inflqFncia
ninguna en el destino . Entre los hechos de la vida
y
el
nombre de los hombres, existen secretas é inexpli-