D.
JOSÉ
DE
LA
ERN.A.
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Martin, junto con la proteccion inmediata de la des–
ampar~
U.a poblacion, el buen tratamiento de los
.compr
met~dos
en favor del Rey. Decíale tambien,
que en aso de regresar, esperaba encontrar intactos
los edificios y elementos de guerra, en reciprocidad
de lo que
él
habi hecho.
~in
embargo, se le acusa
de haber inutilizado' la máquina
d
acuñar moneda,
destruido las armas, que no podia sacar, y entre–
sac do los documentos del archivo. Quería llevarse
los sold· .dos
nf
rmos; pero, noticioso de ello el pa–
triot
Dr.
Morale , consiguió de los vecino , que
lo dejasen e capar del hospital, atravesando. sus
casas~
y así pudieron hacerlo unos
2.000.
Faltándo–
les el preciso sustento, y llorando las mujeres, que
no podían proporcionárselo, cedió una señora el
único burro, que le servia para proveerse de agua,
y
pudo aliviar
e
l hambre de lo infelices asilados
con la carne de aquel animal
y
el caldo, que con ,
ella
se hizo.
Sabiendo Ar n les la retirada de los realistas,
pensó atacarlo ántes que e tuvie en unidos
y
cuando s hall r n muy d bilitado
1
por la penosa
travesia de 1 cordillera. Habiendo recibido órdén
para no comprometer un éhoque arriesgado, pidió,
que su operaciones fue en favorecidas por la guer–
rill s reunida ya bajo el mando del denodado Vi–
llar,
y
por fuerzas de.,tacada del ejército libertador,
ya n pose ion de Lima. Representaba con tanta
laridad, como vi eza, la urgente necesidad de
no
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