D. JOSÉ DÉ LASERNA.
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ritorio, que pisaban, dejaron de representar los de–
rechos de un gobier o acatado, y apénas podian
inspirar el interes, que excitan las ruin . Una vez
abandonada Lima, todo el poder moral pasaba á los
libertadores, que inaugural>an la nueva vida del
Perú bajo los más felices auspicios.
Las prevenciones, estudiosamente difundida ,
habian consternado
á
una pequeña parte de los ve–
cinos. Cuando la ciudad quedó desamparada por la
retirada del
irey.
unas pocas mujere , tímidas
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·
demasido crédulas, se habian refugiado en los mo–
nasterio ,
y
algunos españoles sin familia se pusie–
ron bajo la proteccion de la fortalezas del Callao.
Ademas hub.o cierta alarma general, viendo que los
negros, azuzados por agentes provocadore , e
aprestaban
á
asaltar algunas ·tiendas. Pero 1 pri–
mer atentado fué reparado por la intervencion de
esforzado patriot s, que qui ieran.hab rlo borrado
.con u sangre, i la angre hubiera podido borrar–
lo. La e hortaciones del ven r ble
y
benéfico Arzo–
bispo, cuyo celo habia sido o tenido por un oficio
de an Martin. ·impedían el desenfreno de la plebe,
, y la índole apacible
~e '
lo lim ños pres rv6
á
la
ciudad de venganzas y desórden s, de que rara vez
se libertan las -rande pobla ione., en circnntancias
tan críticas. A la efímera alarma sucedieron n
breve el júbilo y el entusia mo. Arre lada la en–
tre del mando
á
San Martin , por el intermedio
del Ayuntamiento
y
del Prelado, alieron muchas